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'Paisatge en la nit' (1966-74)
'Paisatge en la nit'. Fundació Joan Miró. Dipòsit de Gallery K. AG. ©Successió Miró, 2016

6 obras maestras de Miró que puedes ver en la colección permanente

La Fundació Miró celebra 40 años y renueva la colección permanente, que incorpora nuevas obras y revaloriza el espacio diseñado por Sert y el artista

Escrito por
Eugènia Sendra
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La Fundació Miró celebra 40 años y propone una nueva ordenación de la colección permanente de acuerdo con los espacios, ritmos y arquitectura que el artista y el arquitecto Josep Lluís Sert diseñaron cuando soñaban el museo de arte contemporáneo. Asimismo, la cesión de obras de la familia Miró al fondo del Museo, y la integración de la colección de Katzumasa Katsuta en el circuito de la temporal permiten una nueva aproximación, poliédrica, rica y emocionante a la obra de Joan Miró.

Miró, individual y universal
Fundació Joan Miró. Dipòsit de col·lecció particular ©Successió Miró, 2016

Miró, individual y universal

'Autorretrat' inaugura el recorrido por la nueva colección permanente de la Fundació Miró. Al Miró más detallista e individual de los años 30 se superpone el trazo sintético y universal, realizado en los años 60. De este retorno a las obras antiguas, Miró hablaba con Rosamond Bernier: el artista había dibujado un primer retrato observándose el rostro con espejos de aumento; la obra, sin embargo, se vendió en Estados Unidos y Miró se hizo hacer una copia a medida por un amigo arquitecto. Años después, en Mallorca, retomaría la obra. "Pinté sobre el dibujo una nueva versión muy cuidada, una síntesis. Pero la nueva pintura sigue la antigua, el contorno sigue los ojos, los hombros. Ahora hay dos retratos, uno tras otro. No quiero que esta pintura se marche. Mi mujer la quiere mucho, es propiedad de ella".

El retorno a la tierra
Fundació Joan Miró ©Successió Miró, 2016

El retorno a la tierra

Entre las cesiones de la familia Miró a la Fundació destaca el óleo 'Mont-roig, la iglesia y el pueblo' (1918-19). El artista volvió a menudo a la tierra y unos paisajes que jugaron un papel fundamental en su microcosmos, como evoca el ámbito 'Tierra'. La pintó en sus inicios y volvió más tarde, en los 60, como demuestra 'Dona voltada d'un vol d'ocells en la nit', una pieza elaborada sobre la lona que se utilizaba en la vendimia. Esta pintura sobresale por detallismo y recupera fórmulas medievales y del arte japonés. "No he despreciado [sic] nada, de la realidad, convencido de que todo está contenido en ella", escribiría Miró al crítico de arte Josep Francesc Ràfols en referencia a sus pinturas dedicadas a Mont-roig, como se recoge en el catálogo Joan Miró 1983-1993.

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La fosa perfecta
Fundació Joan Miró. Donació de la Galerie Lelong ©Successió Miró, 2016

La fosa perfecta

'Estela de doble cara' (1956) irrumpe en la visual del tramo que va del ámbito 'Antipintura', dedicada al momento en que Miró explora el asesinato de la disciplina, siguiendo las enseñanzas del expresionismo abstracto y las nuevas generaciones de artistas, los 'Sobreteixims', espacio donde se corrobora el interés del artista por la cultura popular. La estela forma parte de piezas agrupadas en torno al concepto 'Anonimato'. Y es que una vez superado el individualismo, Miró defendió el interés por "lo que sale del esfuerzo inconsciente de la masa". Asimismo quería explorar nuevos medios como la cerámica, realizada con el artista y amigo Llorenç Artigas. Empezaron a colaborar en los años 40 y se conservan hasta 500 piezas compartidas –decían que costaba distinguir dónde empezaba uno y otro–. Por delante, la estela evoca una de las cosmogonías habituales de Miró; detrás, la acción de la arcilla y el fuego dejan entrever rastros de vegetación, los rastros del campo.

Un ábside para la contemplación
Fundació Joan Miró ©Successió Miró, 2016

Un ábside para la contemplación

El edificio racionalista de la Fundació es el resultado del intercambio de ideas entre Sert y Miró; el artista, entre otros, se hizo construir unos ábsides para sus obras de gran formato, como el tríptico 'La esperanza del condenado a muerte' (en la foto, lo dio por terminado el día de la ejecución de Puig Antich) y 'Pintura sobre fondo blanco para la celda de un solitario'. En el trazo sencillo, mínimo e individual de las telas, el pintor reconocía un gesto universal y también una voluntad meditativa. "Por eso pido que pongan un banco ante estos lienzos. Para que la gente pueda sentarse y contemplarlas, para que pueda sumergirse en él", añadía.

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Obra en papel
Fundació Joan Miró ©Successió Miró, 2016

Obra en papel

'Sèrie Barcelona' (1944), compuesta por 50 litografías en blanco y negro, es una pieza de referencia de la colección del museo y se expone en la sala dedicada al papel –una de las que tendrá más rotación, como apuntaba la conservadora Teresa Montaner–. Aquí aparecen la mujer, el pájaro e interpretaciones libres y grotescas de animales que conectan con las pinturas salvajes del artista. De la serie, que fue realizada durante la posguerra, sólo se hicieron cinco ejemplares y aquí se expone una parte.

La mirada japonesa
Fundació Joan Miró. Dipòsit de Gallery K. AG ©Successió Miró, 2016

La mirada japonesa

Las obras de la colección Kazumasa Katsuta se han incorporado al recorrido general de la permanente y esto ha permitido reunir de nuevo 'Cabello perseguido por dos planetas' (en la foto) y 'Gota de agua sobre la nieve rosa', las dos de 1968, en el ámbito titulado 'Poesía y silencio', donde se hace patente su conexión con el arte oriental y la filosofía zen. La idea del vacío ya había aparecido en obras de los años 20, pero después de visitar Japón, Miró la retomó; el resultado son obras desnudas, con puntos y líneas vibrantes, y títulos insólitos que recuerdan los koan japoneses.

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