Reconozco que la carne del pollo y la creatividad pueden ser un oxímoron. La carne del pollo tiene tendencia a quedar seca, poco receptiva a la creatividad, aunque hay platos sublimes, como el ampurdanés pollo con cigalas, donde el mar y la montaña maridan a la perfección. Por eso es meritorio el esfuerzo de El Pagès, Creative Chicken, con carnes de pollos amarillos, de payés o pata negra.
Situado en el mercado del Ninot, el negocio de la familia Albet vende mil versiones de pollo y tiene una barra donde el cliente puede probar los experimentos convertidos en tapas. Sentado con los codos en la barra, me dejé llevar por Josep, que fue sirviendo a su gusto.
Lo que más me gustó fueron los canelones. Unos eran de foie gras; otros, de espinacas; otros, sin compañía, eran algo aceitosos, pero ese era el secreto del éxito. Menos exitosos fueron los buñuelos -¡sí, buñuelos de pollo!- que resultaron ser un poco secos en comparación con lo que suelen ser los de bacalao. Y es que pocos alimentos resucitan el alma como el bacalao.
También resultaron algo decepcionantes las croquetas. Bien encofradas, les faltaba algo de profundidad. Tal vez un poco de cebolla caramelizada arreglaría el problema.
Josep me quiso servir un conejo con caracoles; pero pese a que el olor era magnífico, dije que no. Y es que siento un rechazo casi infantil hacia este baboso molusco gasterópodo.
Las brochetas y las hamburguesas son dos recetas fantásticas para contentar a niños hambrientos. En cuanto a las hamburguesas, la más exitosa es la de escalibada. El problema es el de siempre. La carne era seca, pese a que las caté con una copa de cava Vilarnau. El secreto del pollo está en la piel y los mejores asadores lo saben. La próxima vez comeré el pollo con morcilla y manzana.