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Justo cuando pensábamos que el cine italiano de arte estaba en la cima de su juego (vean The Great Beauty, por favor), llega un trabajo influenciado por Crash, de Paul Haggis. Este torpe melodrama de Paolo Virizì sigue a una dinastía de banqueros adinerados y a una familia de clase media oprimida. El destino de ambas colude luego de un golpe de suerte.
La trama es predecible, los elementos están ligados por coincidencias desvergonzadas y todo se junta para crear mensajes que no son tan profundos como parecen. ¿La riqueza corrompe?, ¿quién lo diría?
En pantalla todo aparece atractivo y el elenco es ideal, especialmente por Valeria Bruni Tedeschi, quien interpreta a una esposa trofeo y Fabrizio Gifuni, que hace a un millonario sin escrúpulos. Pero el resultado es tan superficial que se vuelve difícil de observar.