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Han pasado casi dos décadas desde 'Trainspotting' y, a pesar del paso del tiempo, los temas y la estética que rodean las adaptaciones de Irvine Welsh siguen la misma línea. Con 'Filth', Jon S. Baird traslada la novela de Welsh a la pantalla, en un nuevo ejercicio de ritmo furioso, mezcla de humor y violencia y viaje a los bajos fondos escoceses. En esta ocasión, el protagonista es un policía corrupto, obsesionado en conseguir un ascenso, y atrapado en las drogas y las mujeres. James McAvoy es la punta de lanza de este relato en torno a un descenso moral y físico. 'Filth' opta por una puesta en escena estilizada, en la que la música es constante, los colores son saturados y el montaje aparentemente ágil. A veces, el efectismo parece el camino más corto hacia las emociones. Con 'Filth', sin embargo, se constata que no siempre es la solución.