Time Out en tu buzón de entrada

Ice Age: El gran cataclismo

  • Cine
  • 3 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
Ice Age. El gran cataclismo
Publicidad

Time Out dice

3 de 5 estrellas

Quinta entrega de la saga Ice Agen, donde la ardilla Scrat provoca una nueva hecatombe sideral

Ya es oficial que 'Ice Age' se ha convertido en la saga más longeva de la animación americana. A lo largo de catorce años, los estudios Blue Sky han realizado cinco películas en torno a las aventuras de un grupo de animales de varias especies que, durante el período glacial, intentan sobrevivir como pueden a los cambios que se generan en el planeta. Ninguna de las películas ha tenido un carácter histórico-didáctico: los anacronismos y licencias son parte del carácter jocoso y lúdico de una propuesta que siempre ha ido enfocada al disfrute de los más pequeños, sin pretensiones a la hora de satisfacer los adultos y sibaritas de la animación más sofisticada.

Ahora, esta quinta entrega, 'Ice Age. El gran cataclismo', vuelve a poner de manifiesto que esta producción tiene esencia de 'slapstick', sobre la que se ha asentado cada una de las cintas. Es decir, todo un festival de gags en movimiento al más puro estilo Tex Avery o Chuck Jones que nos devuelve el espíritu de un cine que por mucha pátina digital que tenga, no deja de ser en realidad profundamente primitivo a la hora de generar diversión.

Así, el humor y los chistes visuales vuelven a convertirse en protagonistas de la función. También la ardilla Scrat que, en su eterna aspiración por lograr una bellota, accederá a una nave espacial enterrada en el hielo y saldrá de paseo por el espacio provocando una nueva hecatombe sideral. Mientras los otros personajes tendrán que luchar contra un meteorito gigante que se les avecina. También hay lugar para el toque sentimental heredero de Disney, el espacio para el aprendizaje emocional. Pero lo que sobre todo demuestra que 'Ice Age. El gran cataclismo' es una saga vital es el hecho de que perviva a pesar de todas las apocalipsis que la han puesto en peligro.

Escrito por
Beatriz Martínez
Publicidad
También te gustará