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Julie Delpy

Julie Delpy pasa 'Dos días en Nueva York'

Un año después del estreno de 'Le Skylab', la actriz estrella de Richard Linklater vuelve a la dirección

Escrito por
Time Out Barcelona Editors
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No sé si recordáis a aquella estudiante de la Sorbona tan porcelanosa y fina que leía a Bataille en un tren transeuropeo en Antes del amanecer. Ahora tiene 42 años, y al parecer muchos menos escrúpulos que antes. Una periodista del 'Guardian' explicaba recientemente que mientras le entrevistaba se había estado mirando insistentemente las botas. Aquella mañana había metido el pie en la caja de grava donde el gato hace sus necesidades. "Asumo que soy de aquellas madres caóticas que pueden ir a trabajar con restos de plastilina en el pelo –se cachondea–. Pero eso es porque me ocupo de mi hijo. No me gustan las típicas señoras de Hollywood que dejan el trabajo a las niñeras". Ah, es que ahora vive en Estados Unidos.

Julie Delpy consiguió su primer papel en el cine con 14 años. Se lo dio Godard: la niña lista que ayudaba a Johnny Halloway en 'Le detective'. "Una gran experiencia, trabajar con Jean-Luc –explica–. Es un hombre inteligente y un buen amigo. Me dio mucho apoyo cuando le dije que quería dirigir mis propias historias ". Para ser francos, no me imagino a Godard encendiendo palmatorias, ni haciendo llamadas. Pero Delpy se espabiló, y en el 2007 presentó 'Dos días en París' en la Berlinale. Hagamos memoria: Adam Goldberg se fotografiaba en pelotas con tres globos atados al miembro, ella era una artista con agujeros en la retina y algún fantoche aseguraba que comer cabeza de conejo aumenta la virilidad.

La noticia es que tenemos secuela. "¿Por qué no? La primera parte era muy divertida, y me gusta poder seguir a los personajes a lo largo del tiempo ". Se llama 'Dos días en Nueva York', y ya no sale Goldberg, sino Chris Rock, un periodista negro que le habla a un recortable de cartón con la imagen de Obama. Delpy no abandona su papel. Y ahora viene con paquete, un niño de tres años que se viste de conejito blanco y mea con más fuerza que el Manneken Pis de Bruselas. "Todos evolucionamos, y nos hacemos mayores –aclara, por si alguien iba desorientado en el tema–. Me apetecía saber cómo continuaba aquella mujer medio loca a la que dejé tan enamorada ".

Lo curioso del caso es que hace tres semanas la gente de Sundance asistió al estreno mundial de 'Antes de medianoche', de Richard Linklater. Es el tercero de los encuentros entre aquella rubia que leía a Bataille y el joven yanqui que era fan de Klaus Kinski. La primera fue en Viena, en el año 95. La segunda en Francia, en el 2004. Y esta vez se citan, nueve años después, en Grecia. "Las películas de Linklater me han sido muy útiles para ganarme la confianza de los productores –explica–. Les daba mucha seguridad ver que había participado en una saga de éxito, y no tuvieron miedo de apostar por mí".

Ya son cuatro largometrajes estrenados bajo su batuta. El segundo, 'The Countess', era una leyenda escabrosa sobre una aristócrata húngara del siglo XVII que se alimentaba de sangre humana para preservar su juventud. "Fue un paréntesis", me promete, con un tono cáustico que calla más de lo que dice. La verdad es que enseguida volvió a los dominios de la comedia con 'Le Skylab', simpático retrato de una familia anfetamínica de finales de los 70. "Yo crecí en un ambiente sin prejuicios, lleno de humor corrosivo". Y dice que es el tipo de calidez que quiere para su hijo: "Combinar maternidad y trabajo es difícil, pero no lo cambiaría por nada, aunque en los últimos tiempos no haya podido dormir más de tres horas seguidas".
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