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En su segundo largometraje, el colombiano Óscar Ruiz Navia incide en un imaginario común a diferentes cinematografías: el mundo del 'skate' y el arte urbano concebido como un espacio utópico de convivencia masculina e interclasista donde los jóvenes plasman sus inquietudes con un lenguaje propio. En 'Los hongos', además, este universo sirve para hablar de la realidad del país huyendo de la estética de la pornomiseria (para utilizar una denominación acuñada en Colombia) que tan a menudo ha triunfado en los festivales europeos. Con una voluntad más impresionista y poética que narrativa, Ruiz Navia recorre a la amistad entre un joven blanco universitario y su colega negro trabajador a través de su pasión compartida por el grafiti. Pinceladas puntuales le permiten esbozar un panorama de fondo donde laten temas como las cicatrices de la violencia, el desplazamiento forzado de la población o el peso del evangelismo como herramienta de manipulación.