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Cuando Ryan Gosling anunció que dejaría de actuar por un tiempo, pocos pensábamos que sería para hacer esto, para dirigir una película que es una exageración del estilo de los directores con los que ha trabajado hasta ahora. La historia de una madre (Christina Hendricks de 'Mad Men') que intenta criar a sus hijos en un ambiente sórdido se convierte, en manos del debutante Gosling, en una fantasía rebuscada. Intentar encontrar sentido en 'Lost river' se puede convertir en una empresa inabordable. A Gosling solo le interesa probar -sin éxito- que es un alumno aplicado de los directores con los que ha colaborado a lo largo de su carrera. De Nicolas Winding Refn ('Drive') ha adoptado el gusto por la estilización. Olvidó, sin embargo, una de las máximas de la dirección cinematográfica: que la forma y el fondo van de la mano; que poco importa la estética si esta no está pensada con una finalidad concreta.