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Cuando se hace un documental sobre un personaje concreto, es habitual reunir a las personas cercanas al objeto de estudio para que detallen diversos aspectos de su personalidad. Pero Andrés Duque prefiere otro método: convertir el filme en un monólogo, con la cámara adaptándose al ritmo y la voz del protagonista. Esta fue la aproximación a 'Iván Z'., su filme dedicado al recluso Iván Zulueta, repetida en 'Oleg y las raras artes', donde el director venezolano filma a Oleg Karavaichuk, compositor ruso que tocaba diariamente el piano del Hermitage. Su cuerpo anciano parece frágil, pero su temperamento se impone en las improvisaciones con que ataca las teclas. La mirada de Duque nos encomienda la fascinación por el músico, a quien capta casi despidiéndose del mundo: Oleg murió el pasado mes de junio, haciendo de la película una elegía intuitiva.