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Paul Thomas Anderson habla de 'The master'

El director explora los orígenes de la cienciología y nos habla de Joaquin Phoenix, L. Ron Hubbard y de los actores que comen galletas

Escrito por
Time Out Barcelona Editors
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Desde que The master se presentó en la Mostra de Venecia a principios de septiembre, se ha levantado mucha expectación. La idea de que Paul Thomas Anderson decidiera destacarse con una película inspirada en los orígenes de la cienciología ha abierto la puerta a especulaciones de todo tipo. Tom Cruise no se lo habrá tomado demasiado bien. Al fin y al cabo, él y Anderson fueron de partners en Magnolia, en 1999.

¿Te ha hecho gracia escuchar todo estos comentarios?

Al contrario. Son rumores que hay que aplastar como a las moscas. Esta palabra, cienciología, hace que a la gente le crezcan las orejas y le salgan antenas en la cabeza. Me preocupaba que todo el mundo pensara que la película va de lo que en realidad no va. Hicimos un par de screenings en agosto, y entonces nadie hablaba de la cienciología, si no de personajes.

Empezaste a construir el film a partir del protagonista, Freddie Quell. ¿Me equivoco?

És justo decir que fue así. Si tienes que hacer una película sobre la cienciología, no haces The master. Durante mucho tiempo sólo tenía un lio de ideas y piezas. El personaje de Freddie era una de ellas. És un argumento antiguo, el del marinero que se siente como en casa cuando navega, pero que en tierra firme está desorientado. Me faltaban tramas y escenas. El guión tomó fuerza cuando Lancaster Dodd, el Master, entró en juego. En ese momento supe que ya no había vueltra atrás. Antes que aparezca el Master, Freddie hace de fotógrafo en unos grandes almacenes. Es bonito ver a Joaquín intentando aguantar la sonrisa, tan incómodo, dentro de la americana y la camisa abrochada hasta el cuello. Es como ponerles pañales a uno de esos monos que llevan sombrero de copa. O yo lo sentí así.

A Joaquin Phoenix le va de perlas. En I’m still here nos enseñó que el lado público de la fama no se le da bien.

Totalmente de acuerdo. Me encanta el mockumentary, y el papel que tiene Phoenix. Me pregunto hasta qué punto puede llegar a desesperarte un individuo que es tan bueno actuando y tan malo promocionando su trabajo. Yo no cambiaria a Joaquin por nada del mundo. ¿Cómo me voy a enfadar con alguien que no se siente cómodo con la fama? No te parece divertido que alguien sea incapaz de mantener el tipo cuando se le pide que haga de celebridad? Quiero que mis actores sean peligrosos, un poco irritables, y que no coman mierda. Pido esto más que cualquier otra cosa.

¿Querías que Freddie y Lancaster reprodujeran la realidad de L. Ronald Hubbard y los primeros dianéticos?

Debo decir que hice una búsqueda y después lo tiré todo a la basura. Espero que la película no difiera mucho de los detalles. Reconozco que es pura vagancia, soy un investigador pésimo. Busco lo que necesito y ya está. Si leo dos líneas y ya encuentro una buena idea no sigo. Es egoísta, lo sé. Pero, joder, a mi me funciona. ¿Algún problema?

¿Qué te sorprendió del orígen de la cienciología?

Puede sonar extraño, pero cuesta sentarse a aprender cosas sobre el tema y que no te afecte en un sentido positivo. No es un adoctrinamiento, estás leyendo ideas sencillas, cosas elementales que puedes aplicarte a ti mismo. Un día que me sentía frustrado me descubrí aplicando la regla número 43, o lo que sea que fuera.

Dices que siempre pensaste en Philip Seymour Hoffman para el papel de Lancaster. ¿No lo tenías tan claro con Joaquin Phoenix?

Él estaba rodando I’m still here mientras yo escribía la película. Philip y yo teníamos conversaciones como esta: “¿cuánto tiempo crees que se pasará haciendo esto?”. Estuvo casi seis o siete meses haciendo I’m still here, gordito y con barba. Lo teníamos en mente, claro. Pero como parecía que no acabaría nunca, empecé a negociar con Jeremy Renner para que hiciera su papel. Como sabes, acabé trabajando con Joaquin.

Supongo que acabó haciendo un Freddie diferente del que escribiste.

No recuerdo qué tenía en mente antes de que Joaquin empezara a darle cuerpo al personaje. Pero superó cualquier idea que me hubiese podido formar. Pasamos una semana en el set, o diez días, antes de que diera con él. Y de repente algo se apoderó de él. Y lo sacó.

Algo se apoderó de él... ¿Crees que está todo el tiempo dentro del personaje?

Sí, de alguna forma no se lo saca nunca de encima. Esto no significa que sea de los que cuando están actuando no se dan cuenta de que la mesa con el catering está justo detrás suyo. He visto actores que insisten en mantener una especie de integridad del personaje, que lo interpretan detrás de las cámaras, hasta que descubren que el desayuno está servido. Entonces se envalentonan y empiezan a comer galletas.

Tuviste el privilegio de trabajar con Daniel Day-Lewis en Pozos de ambición.

Tampoco es de los que comen galletas. Hay mucha superstición en esta forma de actuar. Intentas que tu personaje suene creíble, después te vas a dormir y cuando te levantas tienes que hacer lo mismo que el día anterior, pero no recuerdas cómo era. ¿Qué voz tenía? ¿En qué pensaba? Es esta paranoia del actor que cree que lo perderá todo y que hará una interpretación diametralmente opuesta de un día para otro.

¿Cómo trabajas con este tipo de actores?

Procuro ser comprensivo y sensible, pero la mejor forma de trabajar con actores como Daniel o Joaquin es mantener la distancia. No es que sea tan arisco como John Ford, pero esta posición te ahorra muchos problemas. Lo peor que puede hacer un cineasta es no decirles a sus actores cuántas tomas necesita. Esto los vuelve locos. Igual que rodar cuarenta veces una escena que ya estaba bien a la segunda. Si quieres llevarte bien con un actor, ésta es la norma: hazle saber en todo momento lo que está pasando.

Entrevista: Dave Calhoun

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