Sufragistas

Cien años después de haber roto los cristales de las tiendas y de haber hecho explotar buzones de correos, las sufragistas británicas tienen por fin la película que merecían. Y gracias a Dios no es el típico drama de época. Sarah Gavron ha conseguido que la historia de las mujeres que reclamaban el derecho a voto parezca real, inmediata, tan arriesgada que nos hace sentir la punta afilada del cuchillo en el cuello. Despedidas de sus trabajos, encerradas en la cárcel, separadas de sus hijos, se lo jugaban todo. Atención al papel de Carey Mulligan, que hace de una lavandera del este de Londres, abnegada y agotada, con los rastros del cansancio sobre la cara. La primera hora de metraje gira a su alrededor. Está de Óscar, brillante.