No se pierdan ‘La leyenda de la ciudad invisible de Kitege y la doncella Fevronia', el mejor espectáculo lírico de la temporada. Lo es por la calidad de la propuesta teatral firmada por el director de escena ruso Dmitri Txerniakov, autor también de la escenografía de esta premiada superproducción a tres bandas entre la Nederlandse Opera, la Scala de Milán y el Liceu. Txerniakov afronta la penúltima y mística ópera de Nicolai Rimski-Kórsakov sabiendo que, además de la belleza musical, tiene un libreto de gran calidad literaria que retrata el alma y el sentimiento religioso ruso.
Como hombre de teatro, huye del exotismo de postal y nos explica Kitege desde una estética cercana al espectador actual. Visualmente, el campo de trigo en el que Fevronia canta su bondad infinita y su relación con la naturaleza –el personaje es una réplica femenina de San Francisco de Asís– te deja con la boca abierta. Hay escenas de violencia que remiten a las sangrantes revueltas que vemos en los informativos de televisión. Y la prodigiosa transición al paraíso del último acto está resulta de forma genial.
Como se trata de una obra maestra de Rimski-Kórsakov, escuchamos maravillas de la orquesta gracias a una escritura orquestal de infinitos matices que Josep Pons plasma con especial equilibrio. La espiritualidad del tema permite el lucimiento coral, y los coros del Liceu firman la mejor actuación de la temporada.
La inmensa Fevronia de la soprano Svetlana Ignatovitx y el conmovedor Príncipe Yuri del bajo Eric Halfvarson fueron las mejores voces de un irregular reparto. El tenor Dmitry Golovnin hace un buen trabajo en el papel del borracho Grixha Kutema, de endemoniados saltos interválicos. El desgaste vocal del bajo Vladimir Ognovenko y el escaso relieve del tenor Maxim Aksenov (príncipe heredero) rebajan el listón de calidad del extenso reparto.