Los mejores restaurantes vegetarianos de Barcelona

Para empezar, una opción para vegetarianos y para los que no lo son. Tras ganar una estrella Michelin, Xavier Pellicer cerró el restaurante Celerí, dedicado a la verdura, pero con la opción de complementar los platos con proteína animal. Volvió a Provença, 310 bajo el nombre de Xavier Pellicer Restaurant y ganó el título de Mejor Restaurante de Verduras del Mundo. Encontraréis platos a base de tomate rosa de Barbastro, calabacín y coliflor, y un tajín con verduras de temporada, infusión masala, col kale y cuscús.

El Rasoterra es más que un restaurante vegano: es uno de los lugares más emblemáticos en la revolución verde en las mesas de Barcelona, desde que abrieron en el 2013. Si tenemos en cuenta que uno de los socios del restaurante, Danielle Rossi, también es presidente de la asociación Slow Food de Barcelona y que tienen un huerto propio, entenderemos la magnitud y el rigor del Rasoterra en materia de cocina km 0. La chef Adriana Carcelén ha incrementado el voltaje gastronómico de sus elaboraciones. Abren de noche, y en lugar de una carta con tapas y platos principales, tienen un menú cerrado a 29 euros con un aperitivo, entrante y segundo que puede alargarse a voluntad.

Todos los vegetarianos quieren ser diferentes, pero este lo es de verdad: su recetario, a medio camino entre la tradición catalana y la cocina de autor, es sorprendente, sabroso y sin dogmas vegetarianos. Y la verdad es que han marcado una época y lo siguen haciendo: abrieron en el 2011, y pronto se establecieron como referente de los restaurantes vegetarianos que, en lugar de imitar la cocina hecha con proteína animal, interpretan tradiciones y inventan platos nuevos. Al frente, la gran Teresa Carlos, leridana universal. Sus clásicos rollos de berenjena y la escudella vegetal no pueden faltar en la lista de platos foodies de la ciudad. 

El eslogan de este restaurante cálido y de ambiente nórdico no puede ser más claro: cocina vegetariana para vegetarianos y los que no lo son. Escépticos de la verdura: el equipo del The Green Spot tiene argumentos muy sólidos para desmontar todos los prejuicios. ¿Cómo? Con más de 30 platos originales, suculentos y tentadores entre aperitivos, ensaladas, platos "del mundo", pastas, pizzas y postres.

Un restaurante vegetariano con opciones veganas y sin gluten tan originales que deslumbran. Esto es el que ofrece este establecimiento del Poblenou, con platos creativos y muy combinados, que rehuyen todo tipo de tofus y seitánes sin gracia. La carta incluye propuestas con gusto y sentido de una cocina vegetariana llena de color y sabor que toma forma en opciones como la lasaña de verduras, el wok de tempeh casero, un curry hecho con arroz basmati, anacardos tostados y 'kkakdugi' (un encurtido de nabo picante), la quiche de verduras de temporada (y de proximidad)... Conservan desde sus orígenes los brutales 'nachos' Aguaribay que siempre hay que pedir.

Veganos, vegetarianos y gente no vegana sin prejuicios hacia la comida vegana; ¿te entusiasma la gastronomía mexicana? Pues toma nota; en el Gallo Santo tienes una carta corta con mossos interesantes. De entrantes puedes optar por los omnipresentes nachos con 'queso' de patata o las flautas de boniato. Los burritos van con arroz, pico de gallo, frijoles, maíz, crema de anacardos, lechuga, pimiento y cebolla y los complementos que os apetezca. De tacos te recomendamos los de árbol de pan al pibillo con cebolla morada, salsa verde y frijoles negros o los de tinta de zanahoria. Si te apetece emplatarte, te ofrecen también un par de cuencos con arroz o quinoa.

Tras el éxito de Fat Barbies –un restaurante de carne hecha con brasa y humo– hay unas guarniciones vegetales extraordinarias. Tanto, que ahora tienen su propio 'spin-off' en Fat Veggie: el mismo principio aplicado al mundo vegetal. Pero con matices. Podrían "haber hecho verduras a la brasa, vinagretas y tira millas", pero se han complicado la vida con una cocina vegetal compleja y sabrosa, con mucha influencia de Oriente Medio, y una importancia caudal de los procesos de ahumado y fermentación. 

Los platos son abundantes pero complejos. Por ejemplo, una coliflor hecha con tres puntos de cocción diferentes, sobre un puré de coliflor -hecho del tronco de la verdura- con chocolate blanco; es crujiente, cremoso, delicioso, cambia tu percepción de una verdura aburrida. O una crema de pimientos con espárragos a la brasa, que se convierte en un estudio de la combinación del pimiento con el rábano, y que rebano con un pan de patata violeta fermentada brutal.

Hacen la carambola de fusionar cocinas asiáticas y a la vez veganizarlas. Al frente, Maurizio Gorga (italiano) y Cliff Ubaldo (filipino). "Queríamos hacer un restaurante de sushi vegano. Pero inventar cosas que no existen es divertido, y satisfactorio. Te queremos desorientar y sorprender", explica Gorga. El local, precioso y urbano, es como la carta: mucha calidad en un espacio limitado. El sushi es buenísimo y juguetón, y lo aciertan de pleno en platos veganos con proteína ('plant-based') o sin. En el primer apartado, un bao donde la 'jackfruit' – fruta carnosa sustitutiva del pollo– se ha marinado toda la noche en yogur y va guisado en tikka masala. En el segundo apartado, un brécol frito etéreo y delicioso, con un pie en Japón (salsa de ramen) y el otro en Vietnam (cacahuetes). Aquí es mala opción obviar los postre: la barrita vegana de Snickers es una maravilla de trampantojo y cacahuete. 

El hermano de Teresa Carles es este ambicioso espacio que quiere aglutinar todas las tendencias de cocina sana: encontraréis platos de 'raw food', veganos, sin gluten y también opciones de pescado azul. Definidos como flexiterianos –verduras con un poco de pescado del bueno–, uno de sus rasgos distintivos son los superalimentos. También hay zumos multivegetales prensados en frío, es decir, que mantienen todas sus propiedades.

Ya hace tiempo que ocupa un lugar en el imaginario de la restauración vegetariana barcelonesa, después de casi 30 años en activo. El menú de mediodía ofrece ensaladas y cremas más un plato del día y postres, en un ambiente muy tranquilo. Una gastronomía vegetariana tradicional con oferta para veganos y elaborada buscando el producto ecológico.

Cada vez tiene más amigos con restricciones dietéticas y quedar para comer juntos a veces se convierte en una odisea, ¿verdad? Pötstot os lo pone fácil. Todo vegano, sin gluten y sin lactosa. La idea es muy sencilla; que todo el mundo pueda pedir de todo. Abierto en 2023, este establecimiento va de "veganizar" la cocina tradicional con ingredientes de primera y de temporada.

Ofrece una carta completa; tapitas, ensaladas, tortillas, cremas, arroces, polenta, quinoa, albóndigas, hamburguesa, lasaña, canelones. Y para beber, kombuchas, birras sin gluten, vinos y cavas veganos. Y la oferta está muy trabajada: el canelón está hecho con láminas de arroz, y lleva bechamel de leche de soja y trufa, y los arroces se potencian con una buena veganesa, por ejemplo. En consonancia con esta serenidad dietética, en el local se respira calma. 

Este establecimiento de 'street food' es conocido por sus kebabs veganos que hacen la boca agua. Con el objetivo de eliminar de una vez por todas los prejuicios hacia la cocina vegana, los de Good Shit han elaborado un menú de varios bocadillos, todos ellos elaborados con productos hechos sin crueldad animal. Escoge el preparado proteínico que crees que mejor encajará en tu durum: puede ser de Heura (en un panecillo de trigo) o de seitán (en una tortilla de trigo). Ellos afirman que es un kebab muy simple, pero con algo de conciencia. Como dice su web, “es buenísimo y respeta el planeta, ¿qué más quieres?”.

Aquí se opta por una cocina que respeta todos los sabores: opciones ovolactovegetarianas, veganas, y platos que puedan gustar a los no vegetarianos. Evitan el exceso de productos potentes (vinagres, azúcares, sal...); elaboran ellos mismos el seitán, el kéfir, el pan y los postres; y ofrecen bebidas con bajo contenido alcohólico. Con diferentes opciones de menú al mediodía y por las noches. Las raciones son muy abundantes y para mojar pan: este es un lugar ideal para comer si sois de los que piensan que un restaurante vegetariano es un lugar donde se va a pasar hambre.

De restaurantes que se llamen Sopa hay dos en Barcelona, dos en Bali y uno en Madrid, y tienen en común los caldos y las cremas vegetarianas y veganas de temporada como los auténticos protagonistas. En el menú del mediodía siempre encontraréis cuatro opciones soperas para tomar de primero. Algunas son más familiares, como la de calabaza y zanahoria de toda la vida, junto a otras más exóticas.

Fue uno de los primeros en llevar la cocina vegetariana a Barcelona y sigue en pie de guerra en Ciutat Vella. Pero lo cierto es que el Biocenter va más allá del vegetarianismo y el veganismo y apuesta por una cocina sana a buen precio que agrada a todo el mundo. Preparan desayunos mucho saludables, con cuencos de fruta fresca y seca y yogur, bocadillos y brunchs de arroz integral con curry, legumbres y verduras. Al mediodía, distintas fórmulas según el hambre que se tenga. Aunque la que triunfa más es la de un primero, segundo y postre casero y bueno (alerta, que las bebidas van aparte). Ya no hay ese pantagruélico bufé de ensaladas, pero todavía vale la pena una visita.

Un portal discreto que te lleva a otro mundo, con una clientela civilizada en fila con la bandeja en la mano. Menú y 'take away' donde podréis elegir entre cuatro primeros (sopas, cremas y zumos), cuatro segundos (arroces, cuscús, lasaña...) y cuatro postres (tartas con combinaciones creativas: calabaza con manzana y algarroba, avena y cacao...). Todo estrictamente vegano y macrobiótico; qué placer, comer en el Berlín del 79.

Es un restaurante vegetariano y, además, un bar de copas animado para tomar una copa o picar algo... Al fondo hay una sala íntima bien decorada donde podéis comer más tranquilos, e inlcuso de cena romántica. Especialidades internacionales con tendencia a la cocina italiana que alegran el concepto de comer vegetariano, aunque con pocas opciones para veganos. Buena selección de vinos, cuidados emplatados, y una mano muy fina. Su plato estrella son unos lujuriosos 'agnolottis' rellenos de queso de cabra y cebolla caramelizada.

Bajo este nombre algo hippie se esconde un pequeño restaurante de estilo bistrot familiar, muy luminoso y animado. Será por su ubicación, cercana a una zona de oficinas y negocios, por su cocina sabrosa y sencilla –ensaladas, sopas y cremas, burgul, mussaca... y opciones vegetarianas–, pero lo cierto es que al mediodía no tienen ni una mesa libre. Eso sí, hay mucha rotación y no hay que esperar mucho para tener mesa. Tranquilidad y buenos alimentos.

La Vitamínica es un local con personalidad. No da la sensación de entrar ni de estar en un lugar en el que se predica el vegetarianismo, y los cocineros y clientes parecen más de carne que de vegetales. De hecho, la parte de la barra es un bar cervecería en el que sirven bocadillos para omnívoros. Y es dentro, en el comedor, donde sirven un menú de mediodía, íntegramente vegetariano, por el que merece la pena subir al barrio.