No es un laboratorio, ni tampoco una galería de arte: es una tienda de aliens y extraterrestres convertidos en esculturas hiperrealistas siguiendo la huella de artistas como Ron Mueck y Eugenio Merino.
A medio camino de las piezas aptas sólo para coleccionistas, las esculturas efímeras para decorados de películas y los muñecos de merchandising, Boris Masramon, fotógrafo e historiador del arte, y su pareja, Ariadna Canela, han detectado un nicho de mercado con potencial. Ellos se ocupan de dar forma a criaturas fantásticas, hechas artesanalmente con diferentes materiales. Los embriones en formol, los trofeos de caza y los bustos de monstruos dentados que reposan sobre peanas de madera son una de las nuevas atracciones del circuito de tiendas dedicadas al género fantástico en el paseo de Sant Joan. Y no sólo gustan a los fans de H.P. Lovecraft, advierten.