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Chad Harbach
Chad Harbach

Deporte, esperma y esputo

Una aliteración para hablar de 'L'art de la defensa', la primera novela de Chad Harbach

Escrito por
Time Out Barcelona Editors
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Cuando Herman Melville nos decía que los tripulantes del Pequod extraían el esperma de las ballenas, pensaba en lo que pensaba. Aquellos lobos de mar de espaldas anchas que jugaban a los dados bajo el sol de cubierta tenían muchas cosas de las que preocuparse a parte del escurridizo cetáceo blanco que se la tenía jurada al capitán Ahab. "Seamos francos, 'Moby-Dick' es una novela sobre unos hombres que duermen juntos, se pelean, se cuidan, es hacen boicot, y después se enamoran los unos de los otros". Esta es la entusiasta lectura de Chad Harbach, un joven salido de Harvard que se ha convertido en todo un fenómeno en Estados Unidos gracias a su primer libro, 'L'art de la defensa'.

Diez años atrás, Chad no tenía un duro. "Y no sólo eso, ni siquiera podía pagar las cuotas del seguro médico -me explica-. Un día me rompí la rodilla jugando a fútbol y como operarme era carísimo me pasé ocho meses sin poner el pie en el suelo". Le faltó poco para caer en la indigencia. Incluso pasó un tiempo evitando contestar al teléfono, por si la llamada era de alguno de los perseverantes acreedores. "Suerte tuve de Keith Gessen, mi compañero de piso, que me iba echando alguna mano con el alquiler". No hace falta ser fan de George Roy Hill y sus 'buddy films' para darle valor a la amistad.

El tema de 'L'art de la defensa' es este: male bonding en estado puro. "En realidad, lo único que he hecho es cambiar el ballenero de 'Moby-Dick' por un equipo de béisbol universitario -se encoge-. Y, en esencia, las dos cosas son lo mismo". Efectivamente, la acción pasa en Westish, un campus del midwest americano que para los melvillianos es poco menos que Disneylandia: el pub se llama Bartleby, los jugadores son los Harpooners, y las corbatas oficiales tienen unas entrañables escenas de pesca bordadas. Si no fuera por los hombretones y el césped del campo de juego, se podría decir que todo sucede en alta mar. "Además, hay un lago que parece un océano -añade-. Y el protagonista, Henry Skrimshander, es una versión de Ismael. Eso sí, mucho menos delgaducho y poca cosa".

Espero no decepcionaros si os digo que no hay ningún caníbal tatuado de tobillos hacia arriba que se alimente exclusivamente de la carne del enemigo. Pero la falta de antropofagia no es un problema para todo el mundo: la HBO le ha comprado los derechos para hacer una serie. "Bien, ya hablaremos cuando se emita el primer capítulo", suelta, a modo de 'no vendas la piel del oso'. Chad Harbach no es un individuo pesimista, pero después de once años invertidos en su primer libro -¡sí, once!- se toma las cosas con filosofía. "La falta de fe es muy propia del mundo del deporte", afirma, como uno de aquellos bateadores que se ajustan la gorra y proyectan un escupitajo denso y blanquecino a los pies del área, antes de dar su mejor golpe.


L'ART DE LA DEFENSA

Chad Harbach
Columna
681 pág. 22 €
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