El libro, Un gramo de odio, da información crucial sobre el mundo del hampa. Ahora sé, por ejemplo, que cualquier gángster que ame el arte tendrá una reproducción del revólver de Andy Warhol enmarcada encima de la chimenea. Y si el pincho no es analfabeto, junto a los libros de Ellroy guardará, bien a la vista, el Blackburn de Bradley Denton. "Yo lo leí hace 20 años y me enseñó mucho sobre humor negro", me dice Delplanque. El lector más hábil ya se habrá dado cuenta de que no vamos en serio. Estamos hablando de una parodia del polar clásico. "No tengo por qué esconderlo: Tarantino es una de mis grandes influencias-afirma-. Y no, todavía no he tenido ocasión de ver Django ".
No lo he dicho, esta es su opera prima. Pero se ve que ya hay otra, también con Ayaramandi de protagonista, que acaba de publicarse en Francia. "Esta mañana Amélie Nothomb me ha dejado un mensaje en el contestador diciendo que la segunda es aún más salvaje, trepidante y divertida que la primera", presume. Y, para que me haga a la idea de lo que nos depara, me cuenta que comienza con el cadáver de una mujer cayendo del cielo.
Último punto: es un gran fan de Quim Monzó. "La magnitud de la tragedia me parece digna de un virtuoso". La situáis? Es aquella del hombre neurótico que tiene el miembro permanentemente erecto. A Delplanque le encanta eso que una erección descontrolada pueda convertirse en un terrible drama. "No he leído nunca nada tan subversivo y rompedor", concluye. Pobre. Quizá en realidad sólo quería escribir una novela sobre un asesino arrepentido que por redimirse se pescador. Pero a veces uno es cínico por genética, y sólo sabe sacar jugo de las grandes ideas con cucharadas de ironía. Es su caso. Incluso Amélie Nothomb reconoce que la ha hecho reír.