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Delphine Vigar

Las lecturas que han marcado el 2012

Josep Lambies habla de sus libros favoritos, o no tanto, de 2012. Si tenéis alguno pendiente, os sentiréis culpables

Escrito por
Time Out Barcelona Editors
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Estaba convencido de que todo francés que se propone escribir un libro sobre su madre acaba convirtiéndose en un Albert Cohen residual y lloricón. Pero a finales de verano dejé sobre la mesita de noche la última novela de Delphine de Vigan, y a estas alturas ya he salido de mi error. Habla de su madre, sí, pero el libro es cáustico, riguroso, nada tramposo y, por si esto fuera poco, extraordinario. Pareceré muy carroza si os digo que una de las revelaciones de la temporada tiene cerca de medio siglo? Me refiero a Stoner, uno de los mejores títulos que ha dado la novela de campus anglosajona, publicado por primera vez en 1965. Pero también me refiero a John Williams, su autor, olvidado por caprichos del azar durante muchos años. Visto el éxito de la primera apuesta, los de Edicions62 recuperarán otro de sus títulos, August, a principios de 2013.
Meses atrás Enrique Vila-Matas me contaba que en una ocasión le invitaron a participar en un congreso sobre el fracaso. Si no hubiera recibido tan irreverente invitación, tal vez no habría escrito Aire de Dylan, y-no tengáis duda-nos habríamos perdido una buena. Poco después del encuentro, asistí a la presentación del libro más divertido que he leído este año, Los huerfanitos. Santiago Lorenzo hablaba de las penurias que atravesó el accidentado rodaje de Mamá es boba, y eso me puso sobre la pista de una certeza. Faltaba un tercer elemento para confirmar sospechas. Estas semanas he rescatado el último Palahniuk, Al desnudo, un homenaje a la desaparición del viejo Hollywood que inspira tanto como una orgía animal en un taller de taxidermia, lleno de polillas y tufo de formol. Ahora estoy seguro: a veces el fracaso hace mucha gracia.
Julian Barnes se ganó el respeto de la crítica internacional cuando en el 84 El loro de Flaubert entró en las listas del Booker Prize. Volvieron a nominarlo en 2005, con Arthur y George. Pero ya sabéis que no es hasta la tercera que va la vencida. Al fin, en 2011 cayó el premio. Y la novela de marras, El sentido de un final, ha salido este año en catalán. Yo todavía me estoy curando del impacto.
Son muchas las relaciones epistolares que han visto la luz este año, y no puedo evitar haceros un top5: 1) las Cartas escogidas de William Faulkner-por cierto, mención de honor a Alfaguara, que ha publicado este libro, y tantos otros, para celebrar el Año Faulkner-, 2) las Cartas que se intercambiaban Allen Ginsberg y Jack Kerouac, 3) El escritor gonzo, con la correspondencia de Hunter S. Thompson, 4) los cinco volúmenes de Cartas de Cortázar y 5) el Ahora y aquí, de Paul Auster y J.M. Coetzee.
La primera la forman el padre y el hijo del Carretera secundària, de Joan Carreras. Después de darle muchas vueltas llego a la conclusión de que es el mejor libro del año escrito en catalán. La segunda, la familia de campesinos de ¿Qué caballos son Aquellos que Hacén sombra en el mar?, De Anónio Lobo Antunes, indiscutible obra maestra de 2012. La tercera es una familia de amigos. Viven en Montana y protagonizan otra de las historias que no os deberíais perder: la de Tot, de Kevin Canty.
Sé que entre las memorias de Aznar y el libro de Benedicto XVI hemos llegado a un tope. Pero el acoso de las Cincuenta sombras de Grey me tiene bien frito. Es como volver a los años en que Vicente Aranda rodaba softporn y todo el mundo quería una vida al estilo Corín Tellado. Y eso no lo han hecho ni Aznar ni el Papa. Esto lo hacen los lectores.
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