¿No nos diréis que no es una delicia ir hasta Badalona y sentarse, lejos del ruido y la furia estival, en el Mala Vida? ¿O qué me decís de comerse una butifarra suculenta en el 'local' de Carles Abellan en la playa de Sant Miquel? No hay nada que echen más de menos los barceloneses que emigran que poder comer en la playa. Pero eso, señoras y señores, solo se puede hacer con garantías durante el verano.
Quizá hagáis una fiesta el día que la ciudad se vacíe de turistas y podáis volver a ir al Absenta de la Barceloneta sin tener que hablar sueco para encontrar hueco en la barra. Pero los días de sol, el buen rollo estival, no volverán hasta el año que viene. No os queremos meter prisa, pero la realidad es la que es: el verano se acaba. Y no vale estar despistado. Cuando pase la Mercè, la rutina de siempre os hará recordar este verano.