Este local está cerrado
Me atrajo su nombre, 'dulces palabras', algo que ahora hay que ir cazando como las mariposas. Y algunos buenos paladares ya me habían advertido de este lugar sencillo, bien decorado, sin grandes pretensiones.
Veo la carta y encuentro uno de los platos que más me gusta de la cocina piamontesa, el vitello tonnato o vitelo thoné, en puro piamontés y no francés como se piensa la mayor parte del público. La traducción del italiano o del piamontés sería 'ternera atunada'.
Sofía Loren es amante y propietaria de una receta muy buena, pero a mí me enseñó a hacer un colega suyo menos famoso pero más divertido, el Ugo Tognazzi. No sé qué receta aplica el cocinero Marchigiana (de las Marcas de Italia), pero resulta uno de los mejores que he probado entre tanto restaurante italiano que se ha abierto últimamente y antes en Barcelona. Su carne es tierna porque es de cordero lechal (algunos por la crisis utilizan lomo de cerdo y no es ni mucho menos lo mismo), muy sabrosa para que se cuece lentamente, y la salsa, muy fina, suave y sabrosa, aunque mi gusto faltan una poco más de alcaparras, toque fundamental del plato. Ya entusiasmado con este entrante que tantos recuerdos me trajo, pasé una auténtica prueba del nueve: penne all'arrabbiata.
Toda la pasta, de la casa, es muy buena. Se debe insistir, los que así lo prefieran, que esté al dente, ya que el paladar local considera al dente una pasta cruda y se han devuelto algunos platos.
Los penne all'arrabiata no habría pasado nada si hubieran sido más picantes, pero también el paladar local ha domado la tradición y cultura italiana. Aunque hay una solución que es pedir peperoncino y añadir al gusto. Toda esta vianda está muy bien tratada por su propietario, quien también aconsejó el vino, un syrah de Nero de Avola, siciliano, persistente en boca y compañero ideal para las plumas picantes. El tiramisú es de los buenos, buenísimo.