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Rincón de Aragón

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Rincón de Aragón
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Time Out dice

El tiempo pasa, pero las costumbres buenas quedan. Con los primeros fríos intensos de días pasados, el cuerpo pedía ayuda. Se trataba de paliar el frío polar que imponía el viento con un alto, con una especie de tentenpié que  permita resistir hasta la comida. De repente, por el carrer del Carme, se aparece la pizarra que anuncia en grandes caracteres el paliativo salvador: la sopa de ajos.

Si bien es un plato típico castellano, también los aragoneses lo han hecho suyo. Y el Rincón de Aragón, desde hace muchas decenas de años, la prepara suculenta y sabrosamente. Este histórico –"imprescindible" como lo presentan algunas guías– tras años de servir y difundir las bondades de la cocina maña sigue sin distraer su rumbo a pesar de la constante y numerosas visitas de turistas, la preparan a la altura de manjar. Un caldo muy sabroso y rico en especias, con sus hilos del aceitoso de algún chorizo añadido, con sus migas en el fondo y las rebanadas de pan bien frito en ajo y con un huevo pochado como mandan los cánones. ¡Qué cambio de temperatura inmediato vive el organismo y que sensación de satisfacción!

Este rincón aragonés, que desde siempre llevan con mimo Montserrat Franco, con la imprescindible colaboración en la cocina de Antonio Salinas y de Rafi en la sala, es una especie de milagro en las proximidades de la Boquería. Tras la sopa de ajo fue inevitable pasar a disfrutar de unas migas aragonesas, emblema de la cocina sabrosa y contundente de Aragón. Con su chorizo previamente pasado por el vino, con las migas mimosamente salteadas en manteca y pimentón y, por supuesto, con las uvas tibias que estallan en la boca para ayudar a las migas a llenar su cometido de llenar la boca de felicidad. Era lo que pedía el cuerpo, que por otra parte renunció a otras tentaciones que circulaban en las demás mesas (estaba lleno hasta en la barra por lo que se recomienda reservar), como corderos y cabritos bien asados, unos de los grandes atractivos de este sitio amplio, de distintos niveles y de un calor de campo aragonés que se agradece.

En otras ocasiones hemos gozado con un cochinillo de fábula, los choricicos al vino que no tienen desperdicio y siempre parecen pocos, aunque también se puede probar una excelente merluza y el bacalao, dos productos del mar que son preparados con el mismo afán con el que las carnes son asadas.

La mayoría de los habituales van por el ternasco de Aragón o las costillas con pimientos del piquillo, que son alternativa para quien quiera comer con mayor sobriedad. Si las hay (" si no están frescas no las compramos", asegura Rafi), las mollejas son sublimes, al horno. Entre los postres destacan el melocotón al vino, las torrijas o el pastel de jaca y los sorbetes.

Escrito por Marcelo Aparicio

Detalles

Dirección
Carme, 28
El Raval
Barcelona
08001
Transporte
Liceu (M: L3)
Horas de apertura
De ma. a do. de 13 a 16 h. y de 20 a 23.30 h.
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