Desde que Ever Cubilla -chef ejecutivo del Grupo Iglesias- dijo que abriría un lugar de tapa andaluza, ya sabíamos que la cosa sería muy seria. El Señorito es un espacioso patio cordobés con sala de barricas / reservado donde el día a día lo lleva a su mujer, la cocinera Olesya Kuznetsova. Un paraguayo y una rusa que montan un bar de tapas. Tiene gracia al final (factura ajustada para comer espectacular) pero no es ningún chiste.Cubilla especifica que la señora de El Señorito, con estudios en la Hofmann, "fue a hacer stages en El Faro de Cádiz y Ángel León, y volvió empapada de la cultura andaluza". Con forma y espacio de alta cocina –lugar cómodo, de orfebrería– hacen cocina popular tratada con mano de seda. "La aproximación es tradicional. No hemos copiado recetas, pero hemos ido a buscar los sabores y las texturas de los mejores lugares", dice.No revisar sino revisitar, pues. El resultado cruje gustoso: tortita de camarones excelsa, un chicharrón homologable al de Casa Manteca (utilizan la misma materia prima) una croqueta de choco con tinta que es un negro sin arroz, o un mollete de pringá que tiene más vicio que Isabelle Huppert a los 26. También es el único lugar donde se puede cenar maridando con vinos de Jerez: tienen 200 referencias, y 24 a copas. La relación calidad precio es excepcional: un lugar amplio y con buen servicio a precio de bar apañado.
Curioso: la tapa (buena, normal, execrable) ocupa el 70% de Barcelona. Inexplicablemente, la andaluza tiene una representación nula que no corresponde con muchas raíces personales. La tosta de pringá es más exótica que el pincho de babaganush. Como catalanito 'desaborío', celebro que soplen nuevos aires andaluces para tapear con duende. Y aprovecho para recuperar un par de clásicos de la buena comida del sur, ahora que bastiones como el JJ y el Rebujito de Morán han cerrado.