El mundo de Pere Calders es suficientemente fascinante como para liberar la imaginación de un director. Sus cuentos tienen el atractivo de la precisión en la descripción y la sorpresa que esconde en el imaginario del autor dispuesto a romper cualquier lógica. Pero Calders escribe, entendemos, desde el realismo y sus personajes son a menudo reconocibles aunque puedan tener una pequeña alteración en la conducta o en el puesto.
Sinceramente, no creemos, como nos dice la directora de la propuesta que se presenta en la Sala Fénix, que los cuentos de Calders sean "abiertamente cómicos". Al contrario, son divertidos precisamente por lo que esconden y por eso es básico trabajarlos desde la contraposición de lo que parece normal y que crece anormalmente pero con una lógica interna impecable que desemboca en el absurdo.
La cua paradís quiere difundir la literatura de Calders, de quien reúne una serie de relatos procedentes de Cròniques de la veritat oculta, Invasió subtil o L'honor a la deriva, religados con una secuencia de una cola de cine. La mirada de la directora, Ruth Vilar, está sesgada al llevar las narraciones hacia el mundo de la caricatura. Es su propuesta y Salva Artesero y Nieves Umbert son los encargados de ponerlo todo sobre el escenario en un notable esfuerzo para asumir la cuarentena de personajes que desfilan en la obra. Creemos que Umbert tiene más misterio que su compañero, que ilustra los personajes con una exageración estéril.