De: Tennessee Williams. Dir: Carlota Subirós. Con: Pepo Blasco, Rosa Cadafalch, Màrcia Cisteró, Montse Esteve, Oriol Genís, Alícia González Laa, Antònia Jaume (Nies), David Marcé, Bruno Oro, Marta Ossó, Clara Segura, Teresa Urroz.
Clara Segura es una actriz tan extraordinaria que brilla incluso en un proyecto con sombras como 'La rosa tatuada' que protagoniza en el TNC, dirigida por Carlota Subirós. Irradia sinceridad, entrega, felicidad por lo que hace. Una intérprete natural que intuye la expresividad de su cuerpo y modula sus emociones con el olvido de quien respira. Simplemente hace, y todos nos lo creemos cuando grita, susurra, mira, acaricia, araña, suplica, exige, llora, recuerda. En el gran gesto que llena el inmenso escenario de la Sala Gran o en el pequeño que te obliga a observarla con un zoom virtual. Pasión. Es lo mínimo que pide Serafina Delle Rose, el personaje espiritualmente sexual que Tennessee Williams escribió pensando en Anna Magnani.
Casi todo lo demás se sitúa en el terreno de lo discutible, de lo imperfecto, también el texto y el esforzado trabajo de Bruno Oro (Alvaro Mangiacavallo, el protagonista masculino). Aunque Subirós ha creado un bello marco simbólico-musical –Sicilia, criollos y R&B–, falla materializar las fuertes contradicciones que introdujo el autor, incapaz de decidirse si su obra era más tragedia que comedia o viceversa. Habría que percibir lo grotesco que late en esa tensión. Costumbrismo mágico, como esa difusa localización de una comunidad italiana en el Sur de los EEUU. Sin los secundarios que aportan unas mínimas coordenadas americanas, la oración vital de Serafina podría situarse en cualquier lugar donde la tierra, el cielo y los sentidos dictan su ley.