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Adreça desconeguda
Adreça desconeguda

Lluís Homar vuelve a dirigir en 'Adreça desconeguda'

El actor catalán comparte escenario con Eduard Fernández en La Villarroel

Escrito por
Time Out Barcelona Editors
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"Imagínate!", exclama Lluís Homar cuando le recordamos que hace al menos una década que no lo vemos por Barcelona dirigiendo una función. De hecho, la última que dirigió fue 'Hamlet', en el Grec de 1999. Y se ve que desde entonces nadie le había vuelto a pedir... Bien, desde que el año pasado dirigió 'Luces de Bohemia' en Madrid. Y desde que hace unos meses Focus le tentó con 'Adreça desconeguda', de Katherine Kressmann Taylor, un caramelo para dos actores que nos habla de la relación entre un judío estadounidense (Max Eisenstein, Eduard Fernández) y un alemán (Martin Schulse, Homar) en los terribles años 30 del siglo pasado.

"Si he de decir la verdad, empecé a dirigir, con 'Historia del soldado', porque alguien me lo pidió. Siempre ha sido algo supeditada a mi oficio primero, el de actor. Y si vuelvo es porque me lo han vuelto a pedir", admite Homar. Y después de una década dedicada en cuerpo y alma al cine, con Gaudís y Goyas en el cajón y una merecida fama que le ha llevado incluso a convertirse en un 'chico Almodóvar, vuelve al teatro. Y vuelve a hacer de malo, ya que él, en 'Adreça desconeguda', es el alemán, un hombre que, según nos cuenta él mismo, es extrovertido, arrollador y que "no por casualidad termina enrolado en el nazismo, ya que es la vía más rápida que encuentra para crecer".

Enfrente, Homar tiene a Fernández, que en La Villarroel es Max, el judío, "alguien más vinculado a los sentimientos, que vive solo y se ocupa de su hermana que vive en Europa", nos explica Homar. Lo curioso (o no) es que Max y Martin, cuando empieza la función, son muy amigos. Ambos, tras conocerse en Alemania, al terminar la Segunda Guerra Mundial, se van a EEUU a probar suerte. "Llegan como artistas indigentes y las cosas les van muy bien", comenta el director. Pero el extremismo, el nazismo en este caso, saca lo peor de ambos. Juntos, sin nazis eran uña y carne.

Cuando se separan y la relación continúa por carta, todo se va al traste. Algo no demasiado diferente, nos recuerda Homar, lo que suele ocurrir entre dos personas que no comparten equipo de fútbol. "Las influencias externas son, serán y han sido muy importantes en las relaciones", recuerda. Y él, que tiene los pies entre Madrid y Barcelona, ¿cómo vive el proceso soberanista catalán? ¿Ha perdido algún amigo? Primero, deja claro que los años 30 alemanes, por suerte, no tienen nada que ver con nuestra década, y él remarca su apuesta por el reconocimiento de la diversidad y el mantenimiento de la sensatez, recordando el seleccionador español de fútbol, Vicente Del Bosque, que pedía respecto a lo que decida "el pueblo catalán".

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