ABBA ganó Eurovisión en 1974 con 'Waterloo'. Cuando su triunfo se acerca al medio siglo, la canción sigue levantando de sus asientos a tres generaciones de espectadores en el Teatre Tívoli. La esperada propina del musical 'Mamma Mia!'. Nunca fue una gran producción; no luce complicados decorados ni memorables coreografías. A cambio se viste con un impactante diseño de luces y –lo más importante– con un cancionero prodigioso por su oculto virtuosismo y su capacidad para incrustarse en la memoria colectiva.
Tampoco la trama posee nada especial. Podría ocurrir en una isla griega o en Ibiza. Cambio geográfico tan fácil de introducir como las 'morcillas' que se permite el elenco para congraciarse con la platea. El espectáculo es una fiesta continua de temas del grupo sueco –los diálogos se extienden algo más hacia el final de la función– que la enchufada compañía concelebra con contagiosa alegría.