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Breaking Bad

Las 10 mejores series de la historia

The Wire, Los Soprano, Twin Peaks... no es lo mismo ver series que ser un buen seriéfilo. Y las cosas como son: si no has visto estos títulos, no estás al día del fenómeno

Escrito por
Pep Prieto
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Como la cosa de las series ha venido para quedarse y lleva unos cuantos años siendo tema de conversación, ya podemos hablar de “clásicos” sin exagerar. Y hay un puñado de series que, si no habéis visto, no podéis ir de listos por la vida. Verlas hace que te des cuenta que, como pasa en todas las artes, hay un molde que debes conocer de primera mano para entender la rabiosa actualidad.

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The Wire

1. The Wire

Seguramente el mejor y menos visto de los clásicos modernos. Todo el mundo ha oído hablar pero en realidad (demasiado) pocos han visto esta joya que radiografía, al largo de cinco magistrales temporadas, los espectros sociales que confluyen en una Baltimore sombría y llena de corrupciones y medias verdades. Fue, al mismo tiempo, la cristalización de la marca de su creador, David Simon, que posteriormente nos ha regalado perlas como 'Treme' o 'Show me a hero'. Vista hoy, hace que te des cuenta que fue la cantera de grandes intérpretes de la televisión actual como Dominic West, Idris Elba, Lance Reddick, John Doman, Aidan Gillen o Michael Kenneth Williams.

Los Soprano

2. Los Soprano

Hablando de marcas, esta es de las que hicieron historia: ya no solo porque demostraba que las vidas mafiosas se adaptaban al relato serial sin ningún tipo de trauma, sino también por el perverso ejercicio de reflejar al espectador en los problemas domésticos de un hombre que gobierna en el lado más incómodo de la Ley. Dialogada con maestría y con un James Gandolfini pletórico de forma, esta serie fue la primera en atreverse con un final que desafía las expectativas del espectador y pone a prueba sus conocimientos del medio. A partir de Tony Soprano, el cine empezó a imitar la televisión, que ya no ha sido nunca más el refugio de carreras en declive.

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El ala oeste de la Casa Blanca

3. El ala oeste de la Casa Blanca

Primero, una aclaración: no es, esta creación de Aaron Sorkin, una ficción perfecta. De hecho, incluso se percibe un claro descenso de calidad en sincronía con la marcha de su creador. Pero las desigualdades de parte no deslucen el todo. La serie política moderna por excelencia es tanto una vindicación de la grandeza de las instituciones (Frank Underwood moriría por sobredosis de azúcar) como un acertado retrato de sus trabajadores eventuales. Hay que verla, sobre todo, por la agilidad de los capítulos, su capacidad de predicción (la campaña de Obama comenzó a trabajarse en guiones de esta serie) y la historia de amor entre Lyman y Donna.

Twin Peaks

4. Twin Peaks

Otro caso de enaltecimiento sin matices, que convienen. La primera temporada es realmente la buena, mientras que en la segunda se notan los conflictos de David Lynch con la cadena e incurre en algunas soluciones desconcertantes. Dicho esto, pocas series modernas se pueden enorgullecer de haber sabido crear un universo tan propio e inquietante a partir de un 'macguffin' tan clásico. Dicho de otro modo: el hallazgo de un cadáver te transporta a un mundo de cortinas rojas y seres subconscientes que te acaba noqueando de tanto mal rollo que te transmite. Recuperarla ahora también es un acto de pragmatismo, porque el año que viene se estrena la muy esperada (y enigmática) tercera temporada.

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La dimensión desconocida

5. La dimensión desconocida

Lo mejor que podéis hacer para entender buena parte de lo que está pasando ahora es ir directamente a la madre del cordero. La mítica serie de Rod Serling no sólo os evocará terrores infantiles, sino que se erige en un verdadero compendio de los temas y obsesiones que el género fantástico, sí, pero también de otros géneros, insisten en desgranar en la ficción televisiva. Fue, y es, un extraordinario laboratorio de ideas y también demostración de que con menos de media hora y pocos recursos se pueden hacer milagros. De hecho, seguramente uno de los grandes problemas de sus herederas, con 'Black Mirror' a la cabeza, es que no entienden este valor de la concisión.

Lost

6. Lost

Ahora que ya empieza a ser objeto de efemérides, conviene reivindicarla como la más influyente de las series actuales. Es la que (re)inventó el 'cliffhanger', la que nos acostumbró a tener un debate semanal sobre el capítulo de turno y la que nos forzaba a leer más para poder especular con propiedad. Y tiene el final. Sí, sí, el final, este que tanta urticaria provoca pero que no deja de ser muy valiente en su idea de bifurcarse para ajustarse a todas las demandas, un poco al estilo de "Elige tu propia aventura". Puestos a buscarle un problema, uno que aún perdura: puso el listón de las expectativas tan alto que cada vez que alguna serie quiere imitarla pincha estrepitosamente.

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A dos metros bajo tierra

7. A dos metros bajo tierra

Se la cita poco entre los clásicos modernos, pero es una inapelable. Un tema tan poco recurrente en televisión como la muerte se convierte aquí en el leit motiv de un adictivo retrato familiar en un contexto funerario, que al mismo tiempo determina la estructura de los episodios. De la vigencia de los rituales, y de su sabia subversión, va esta serie de HBO capaz de tratar temas muy incómodos sin que el espectador se sienta moralmente teledirigido. Su creador, Alan Ball, tiene además el mérito de haberla sabido terminar: pocos finales de la era actual de las series tienen tanta coherencia y saben estar tan a la altura de todo lo que hemos visto antes.

Breaking Bad

8. Breaking Bad

Se ha hablado tanto, y su iconografía se ha extendido tanto, que corre el peligro de darse por sobreentendida. Pero conviene verla por su maravilloso tratamiento de los personajes (en particular de Walter White, un inmenso Bryan Cranston) y su extraordinaria habilidad para transitar los caminos de la incorrección política sin caer en la caricatura. Pocas veces se ha mostrado una América tan cruda, tan crepuscular, como la que se nos muestra a través de este profesor enfermo que se recicla en traficante de meta anfetamina. Tiene episodios absolutamente memorables, un final notable y un 'spin-off', 'Better Call Saul', que ha sabido hacer lo mejor que podía hacer: no parecerse mucho.

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Mad Men

9. Mad Men

Otro caso de serie de la que se ha hablado más (o se ha palpado la influencia estética) de lo que se ha visto. Y hay que hacerlo, porque aparte de ser una clase magistral sobre el poder del lenguaje audiovisual y sus profundos vínculos con las transformaciones sociales de la modernidad, es un impagable retrato de personaje que vendría a resumir todas nuestras contradicciones. Don Draper es, en perfecta correspondencia con sus ideas profesionales, una marca tan sólida que nos desarma con una sonrisa enigmática y nos pone la piel de gallina con una llamada a su ex mujer. Y atención a tres grandes actrices: Elizabeth Moss, Christina Hendricks y January Jones.

The good wife

10. The good wife

Conviene decirlo más a menudo: 'The good wife' no tiene nada que envidiar al resto de títulos de esta lista, por más que aún se le niegue la categoría de clásico moderno. Pero definitivamente lo es gracias a su dialéctica con la actualidad política, su deslumbrante galería de secundarios y, por supuesto, la poliédrica Alicia Florrick que encarna a Julianna Margulies. Tiene una temporada muy irregular (la sexta y penúltima), pero lo compensa con creces gracias a sus diálogos y esta singular familiaridad que te hace desear que el capítulo no se acabe nunca. Un aviso: tiene uno de los giros de guión más impresionantes de la televisión moderna. Cuando lo veáis, sabréis a qué nos referimos.

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