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Joven y bonita

15 prostitutas míticas del cine

De Anna Magnani a Sasha Grey, pasando por Liz Taylor y Catherine Deneuve

Escrito por
Time Out Madrid editors
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Hay papeles que marcan un antes y un después en la carrera artística de actores y actrices. Y suelen ser las interpretaciones más duras, sentidas o sexuales las que encumbran (y a veces también hunden) a las grandes estrellas del cine. Meterse en la piel de una prostituta y captar todos los matices, más allá del puro acto sexual, no es una tarea fácil. Sin embargo, en estas 15 películas las actrices lo bordan.

Belle de jour

Belle de jour

Es aquella salvajada, obra del maestro Buñuel, en la que Catherine Deneuve decidía combatir el aburrimiento que producía la monótona vida de ama de casa yendo a hacer horas a un burdel. Deneuve, muy mosquita muerta, se prestaba a todo tipo de parafilias: hacerse la muerta dentro de un ataúd, dejarse bañar con excrementos animales y someterse a la lengua afilada de un hombre con dentadura de metal. En fin, cada uno es libre de escoger cómo ocupa el tiempo libre.
Irma la dulce

Irma la dulce

Shirley McLaine, vestida de verde botella y con una peluca negra que debía acumular polvo por todas partes, hacía esquinas en Les Haylles, atendiendo a los mozos de carga del mercado, los policías que hacían la ronda de madrugada y algún marinero majo que aprovechaba su día en el puerto para enseñar a las cortesanas que llevaba la cara de Brigitte Bardot tatuada en el pecho. El perrito blanco con el lacito en la cabeza la hacía inconfundible.
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Taxi Driver

Taxi Driver

En 1976, Jodie Foster rodaba a las órdenes de Alan Parker aquella locura que se llamaba 'Bugsy Malone, el nieto de Al Capone', sobre unos niños que jugaban a ser mafiosos y se vestían de Chicago, años 20, como si estuvieran en plena rúa de Carnaval. El mismo año, el 76, interpretó a la prostituta adolescente de 'Taxi driver', con los inconfundibles 'shorts' rosas, la camiseta de flores y la pamela.
Mamma Roma

Mamma Roma

Esta se llama Anna Magnani. Lleva tacones altos, el pelo como una escoba y esa furia neorrealista que tenía en el cuerpo desde que la cosieron a balazos en plena calle en la 'Roma, ciudad abierta' de Rossellini. Pier Paolo Pasolini la convirtió en una prostituta de la periferia italiana que ejercía en un descampado donde no había más que escombros, basura y farolas. Recordadla, montada en una moto con la falda ceñida.
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Vivre sa vie

Vivre sa vie

¿Una puta que llora viendo 'La pasión de Juana De Arco' del maestro Dreyer en un cine de reposiciones? Esta extraña ocurrencia sólo podía ser idea de Jean-Luc Godard. Después del pistoletazo inaugural de la Nouvella Vague, 'Al final de la escapada', empezó a salir con Anna Karina –la que después sería su mujer, y Marianne de 'Pierrot le fou'– y juntos hicieron esta película.
L’Apollonide

L’Apollonide

Aquí está la casa de putas entera. ¡Y qué prostíbulo! Terciopelo, satén, perfumería fina, bañeras de champán e incluso un leopardo manso que de vez en cuando se detiene sobre la alfombra persa, arquea la espalda y bosteza. La paz de este templo del placer se acaba el día que aparece un misterioso con un cuchillo afilado. Pensad que el director es Bertrand Bonello, el de 'Tiresias'. No podía ser que no hubiera gato encerrado.
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Vestida para matar

Vestida para matar

La de Brian de Palma tenía el cuerpo de Nancy Allen, y llevaba lencería negra, medias transparentes y ligueros, y los labios muy pintados de rojo. No lo pasaba muy bien. Estaba amenazada por una especie de Jack el Destripador, un Carl Boehm en 'Peeping Tom', un Barry Foster en 'Frenesí', que iba arriba y abajo con una navaja siempre afilada, dispuesto a cortarle el cuello a alguna pobre chica que estuviera haciendo la calle.
Una mujer  marcada

Una mujer marcada

Liz Taylor podía con todos, con esos ojos de color violeta, capaces de hipnotizar a cualquier hombre con el primer parpadeo, y la peca que se hizo pintar en el moflete izquierdo desde que en 'El padre de la novia' Spencer Tracy la acompañó, casta y pura, al altar. Pero, por alguna razón, siempre parecía tener problemas en la cama –mirad, por ejemplo, 'La gata sobre el tejado de zinc'–. Excepto en esta. Por la foto ya podréis deducir que en esta película hizo subir bastante la temperatura.
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La diligencia

La diligencia

Los cuentos de Guy de Maupassant han inspirado muchas películas, desde 'Le plaisir' de Max Ophuls hasta el ya viejo conocido amigo Bonello. Pero quizá la más curiosa es esta variante del 'Bola de grasa' que dirigió John Ford en el 39: es el relato de una prostituta que viaja con diligencia convertido en un 'western'  con indios, cabalgatas y John Wayne haciendo de 'cowboy' indolente.
Atención a esa prostituta tan querida

Atención a esa prostituta tan querida

Rainer Werner Fassbinder no era un cineasta con pelos en la lengua. Desde aquel marinero atractivo que se dejaba sodomizar una y otra vez en 'Querelle' hasta el travesti de 'Un año con trece lunas', hizo que se le cayera el monóculo a todo el puritanismo alemán de sus tiempos. En este repertorio no podía faltar una prostituta. Hanna Shygulla, su actriz preferida, se ocupó de enseñar carne.
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