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No es Extintion una película de terror convencional. Su atmósfera se encuentra suspendida entre las paredes de una casa en la que se refugian del apocalipsis de la raza humana un padre y una niña que intentan sobrevivir manteniendo una cotidianeidad enrarecida por una constante tensión que siempre está a punto de explotar. Un tercer personaje, su vecino, los vigila desde la distancia de manera protectora.
La tercera película de Miguel Ángel Vivas nos introduce en este universo distópico de manera calmada y reflexiva, a través de una mirada privada y doméstica alrededor de un huis clos en el que el verdadero horror procede de los demonios internos de los personajes.
Una dirección de raigambre clásica en la que destaca una estudiada y elegante planificación secuencial, reminiscencias al western contemporáneo a la hora de manejar los arquetipos de los personajes y un bonito y melancólico cuento infantil sobre la creación y materialización de los monstruos que atormentan nuestras pesadillas.