Si alguien fusionara las tres partes de 'El padrino' con 'Los hijos de la medianoche' de Rushdie, y luego convirtiera el resultado en una versión ilustrada del Antiguo Testamento, le saldría algo parecido a esta película, saga de clanes de la mafia en la India, que comienza por los tiempos de los colonos británicos, de la guera del carbón, y termina en pleno siglo XXI. Una ambiciosa sucesión de nombres y hazañas, encadenados para perpetuar un linaje que parece nacido en la casa de Jacob, sin más emoción que la de la sangre y la familia, que sorprende más por la elefantosis de su duración –dos partes, cinco horas– que por su trazo dramático.