[title]
Gru ya no quiere ser malo. Convertido en padre adoptivo de las pequeñas Margo, Edith y Agnes, ha preferido abandonar los robos a gran escala y reciclarse profesionalmente como fabricante de mermeladas. También colabora con una organización secreta que lucha contra el mal. Las aventuras de los personajes se quedan sin el 'high concept' que movía la primera entrega: convertir a un malvado en protagonista de una película infantil. Esto no debería ser un problema si esta secuela ofreciera variaciones que enriquecieran la propuesta. Las novedades, sin embargo, son más bien pobres (la histriónica 'partenaire' femenina de Gru) y el film tropieza de nuevo con los defectos de su predecesor: la nula imaginación a la hora de dar forma a las situaciones y una rítmica visual precipitada, que no deja degustar las imágenes ni permite disfrutar de los gags presentes en cada aparición de los alocados 'minions'.