Invasor

No es frecuente que el cine español se adentre en las alcantarillas del poder. Esto pretende 'Invasor', que intenta mirar cara a cara la participación del gobierno de Aznar en la guerra de Irak en su vertiente más sucia y repugnante. Pero si se utiliza una dramaturgia rígida y se recurre a afanes didácticos de poca monta, el invento resulta tan sutil como un puñetazo en el estómago. Y eso que 'Invasor' quiere ser compleja, jugar con los tiempos narrativos, usar códigos del 'thriller' político ... Demasiadas ambiciones por tan exiguos resultados. En realidad, el símbolo perfecto del filme es el personaje de Karra Elejalde, un malo de teatro de títeres, vestido de negro y con sombrerito. Estereotipos irritantes y vergonzosa búsqueda de la complicidad de la audiencia: 'Invasor' cae en lo que quiere denunciar, la suya es una guerra sucia contra el espectador.