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Eduardo pasa de largo cuando un accidentado le pide ayuda en la carretera; habla menos que Buster Keaton; come como un jabalí, con las uñas sucias y unos guantes que piden a gritos un lavado con lejía, y tiene uno de esos dolores de muelas que hacen pensar en cómo sufría el Nick Nolte de 'Aflicción'. Sí, podría ser un personaje de Paul Schrader si no fuera porque la ha inventado Juan Taratuto, el de 'No sos vos, soy yo', con la complicidad de su actor fetiche, Diego Peretti. A riesgo de ponerse en contra al espectador, la película confía en su paciencia para desvelar el trauma de este hombre de Cromañón a la hora clavada de metraje. Su tímida redención no acaba de convencer, a tono con la falsa modestia de una propuesta que abandera su supuesta sensibilidad como prueba incuestionable del rigor de las intenciones.