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En sus 'Cuentos en verso para niños perversos', Roald Dahl reescribía la historia de Caperucita Roja, y la convertía en una niña chunga, combativa, que al final se sacaba una pistola de las bragas y le metía un tiro al lobo travestido entre ceja y ceja. Algo parecido pretende esta película, versión 'soft' y sin lectura freudiana posible, un 'Shrek' de medio pelo donde la protagonista no es una tontaina que va recogiendo florecillas, sino una ninja pastelera, concepto aberrante por definición, que lidera una liga de guerreros dedicada a garantizar finales felices a cualquier historia. Entre sus agentes hay un lobo vegetariano, una ardilla que se las da de James Bond, un príncipe convertido en rana y una abuela motera que viste como Uma Thurman en 'Kill Bill'. Destacable el escaso gancho de la animación.