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Para sus amigos y vecinos, ella es Linda Susan Boreman, la hija pecosa de una madre religiosa (Sharon Stone) y un padre con una reputación intachable (Robert Patrick). Pero después de que se encontrara con el seductor Chuck Traynor (Peter Sarsgaard), todo cambió y la tímida joven se embarcó en un camino sórdido hacia la luz pública. Todos sabemos su nombre: Linda Lovelace. Todos conocemos Deep Throat (1972), la película erótica que la catapultó a la fama y brevemente posicionó a la pornografía en un estatus mainstream. Por supuesto hay mucho más en la historia que todos los secretos de la protagonista: Deep Throat fue financiada no tan tranquilamente por la mafia, Traynor abusó física y emocionalmente de Lovelace, y ocasionó que la actriz dejara su carrera para reinventarse a sí misma como una postura feminista antipornografía.
Las fallas inician cuando los directores, Rob Epstein y Jeffrey Friedman, tratan a Lovelace como un mártir santurrón sacrificado. El único placer (no intencional) viene con las celebridades que aparecen en un papel secundario: Adam Brody como compañero de escena, James Franco como Hugh Hefner y Chloë Sevigny en el papel de una periodista cualquiera.