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Un hombre se levanta sin hacer ruido, recoge la ropa del suelo y se viste. La mujer está despierta pero hace ver que duerme. Él se va sin decir nada. Así, con un lío de cama, comienza 'Mucho ruido y pocas nueces', la adaptación que Joss Whedon ('Buffy, la cazavampiros') ha hecho del clásico de Shakespeare, trasladado a la actualidad. Entre estas dos épocas, se cuela una tercera: la de la 'screwball comedy'. Los personajes recitan el texto con la gracia y ligereza propias de Katharine Hepburn y los gags resultan a menudo físicos y basados en el equívoco. El blanco y negro no hace más que reforzar esta idea. Rodada en pocos espacios y medios, en cuestiones de producción, 'Mucho ruido y pocas nueces' se distancia de la anterior película de su director, la superproducción 'Los vengadores'. Los dos filmes comparten, sin embargo, la mezcla entre el espíritu trágico y la ironía y un amplio abanico de personajes. La firma de autor resulta innegable.