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Hace demasiado tiempo que Frank Moses (Bruce Willis) tiene que conformarse con una vida ordinaria, y Dean Parisot ha decidido volver a unir la banda. Hay viejos amigos, como la estoica francotiradora británica que interpreta Helen Mirren y su amante ruso por horas, Brian Cox. Y también hay caras nuevas, como Anthony Hopkins haciendo de científico loco y Catherine Zeta-Jones en el papel de una asesina soviética. Tan pronto se están queriendo en un estallido de romanticismo ramplón como se enfrentan en un ataque a mano armada en la embajada iraní, en un intercambio tonal que no tiene ni pies ni cabeza. Como en la primera película, lo único que vale la pena es la fuerza del casting. Mary-Louise Parker, John Malkovich y todos los demás integrantes del reparto nos hacen llegar a pensar, en algún momento, que nos lo estamos pasando bien.