Centro de Cultura Contemporánea Condeduque

El Conde Duque alberga estos días una exposición dedicada al compositor y organista madrileño Félix Máximo López (1742-1821). Una oportunidad para recordar, reivindicar y disfrutar géneros musicales como la comedia, el sainete, la zarzuela o la tonadilla escénica, género literario musical que empezó a fructificar hacia 1750 y considerado muy valioso para el conocimiento de la música española de la época.

Un diálogo entre la Colección Municipal Arte Contemporáneo del Ayuntamiento de Madrid y la Colección Mariano Yera. La muestra 'La distancia entre A y B es la misma que entre B y A' destaca por ser un juego de distancias entre, por ejemplo, una colección pública y una colección privada, entre diversas formas de coleccionar, entre la idea de geometría y réplica, etc.

La historia del arte ha dejado de lado a infinidad de mujeres rebosantes de talento. La pintora francoespañola Roberta González (1909-1976) es una de ellas. La artista vivió a la sombra de su padre, Julio González, destacado escultor y representante de la vanguardia artística de principios del siglo XX, y de su marido, el pintor abstracto alemán Hans Hartung.  

Una vez al mes (excepto en diciembre), Condeduque acoge a las familias para disfrutar juntos de un proyecto pionero que convierte las instituciones culturales en espacios para el juego. Durante cada jornada, públicos y creadores se unen para explorar, imaginar, descubrir y diverstirse. En esta ocasión la actividad tendrá lugar en la Sala Polivalente y bajo el título "Ejercicios espaciales", invita a disfrutar de un rato de juego utilizando piezas modulares y otras formas basadas en la geometría, los movimientos y los espacios.

Iker Karrera es un joven creador coreográfico de Hondarribia afincado en Madrid desde hace años. Tiene una doble faceta muy enriquecedora, pues por un lado es autor de las danzas que acompañan las pegadizas canciones de Abba en el musical 'Mamma Mia!' y ha trabajado en el programa de televisión 'Fama. A bailar!' en varias de sus ediciones, pero luego tiene un trabajo mucho más personal y lejano a todo ese universo comercial con el que dio la campanada en 2020 con su ambiciosa producción 'No pleasure', una coreografía sobre la insatisfacción y el hartazgo. Ahora presenta una nueva pieza conectada con aquella, 'The room where it happens', que tiene su germen en una obra corta que le encargó el Departamento de Cultura de la Embajada de España en Estados Unidos, 'Table of one', sobre la muerte, el dolor y la pérdida. Lo que presenta en Condeduque extiende aquel trabajo pero centrado fundamentalmente en la muerte, un tema sombrío que le dio la oportunidad de profundizar en el motor interno tanto de tristezas como de alegrías. 

La escucha, eso tan preciado, teóricamente, en el teatro, y cada vez más menospreciado, más subestimado, en la vida, hormiguero de hormigas solitarias, valga la paradoja, masa de individuos individualistas, cada uno a lo suyo. Para Los Bárbaros, compañía formada por un núcleo de dos, Javier Hernando y Miguel Rojo, después de 'Obra inacabada' y 'Obra infinita', esta 'Obra imposible' es, quizás, el último intento de hacer algo juntos. "Lo que queríamos –dicen– era juntarnos para escucharnos, porque este es un mundo bastante vacío en el que somos incapaces de mirar al otro y decir: es verdad, yo no tenía razón, me voy contigo. O, joder, me has abierto un mundo". Cuando te atraviesa y te transforma, siquiera mínimamente, algo en el cuerpo, esa escucha ha valido la pena. Siempre con el convencimiento de que el espectador es un ser cercano al que se le puede seducir con una experiencia escénica, Los Bárbaros, desde su contarse a sí mismos, cuestionan la sociedad contemporánea trabajando entre la realidad y la ficción. Dramaturgia y dirección: Javier Hernando y Miguel Rojo. Intérpretes: Jesús Barranco y Rocío Bello.

El Picasso del flamenco estrena en Madrid para consagrar esta primavera llena de danza en la capital. Especialista en desafiar las normas del género, ha puesto su interés y su obsesivo deseo artístico en la imponente partitura de Igor Stravinsky que ya bailara Nijinski, pero su aproximación subvierte y reconstruye la tradición, reevaluando todas las posibilidades del flamenco. Le acompañan en escena dos músicos, dos pianistas: Daria van den Bercken y Gerard Bouwhuis, pero el propio Galván es instrumento, porque en la percusión de la partitura, el bailaor identifica un alma flamenca que lleva al escenario en forma de solo con dos pianos. Desde la primera nota, la música te lleva a lo ritual y se genera un trance donde lo preciso y lo primitivo conviven. Más adelante, el escenario respira más tranquilo con la 'Sonata K87' de Scarlatti y la pieza post-clásica 'Winnsboro Cotton Mill Blues' de Rzewski, contrapunto de la fuerza telúrica de Stravinsky. Y para el final del espectáculo, sorpresa muy sevillana.

Estaba previsto que esta pieza se estrenara en marzo, pero un problema de salud de uno de los bailarines hizo que el estreno se trasladara a junio. Quizás esto haga que la obra llegue más afinada. Se trata de la segunda parte de la trilogía que la coreógrafa y bailarina brasileña afincada en Madrid Poliana Lima inició con 'Oro negro', y que está previsto que cierre con otra pieza titulada 'Carnaval'. Aquí ha dejado entrar monstruos, movimientos lascivos, retos al espectador y a sus miedos. Porque, ¿qué es lo que da miedo? Se pregunta Lima. “¿La lengua, lo negro, el culo, la mujer, lo sexual? Aquí hago de espejo para encarnar lo que ha sido demonizado”, dice la propia coreógrafa. Al final, esta es otra derivada del tema troncal y predilecto que está presente en toda su producción: la identidad. Mujer, artista, latinoamericana, inmigrante, Poliana Lima nos habla de la percepción monstruosa que a veces tenemos de los otros, de la distorsión que vemos cuando no nos gusta nuestro cuerpo.