En plena calle Mayor, muy cerca del Palacio Real y enfrente de la Plaza de la Villa, el Instituto Italiano de Cultura, además de un estupendo espacio donde apuntarse a algún curso de italiano, tomar un café en sus cafetería con sillas de diseño (italianas, claro) o comprar un libro en su maravillosa librería, o asistir a una interesante exposición, es un palacio en toda regla. Para empezar, detengámonos en la callecita aledaña, donde bajo un cristal podremos ver los restos hallados en 1998 de lo que fue la primera parroquia de la Villa de Madrid, la iglesia de Nuestra Señora de la Almudena, germen de la actual catedral. A
mediados del siglo XVII, sobre los terrenos donde alguna vez estuvieron las primeras casas junto a la muralla, se edificó el palacio primitivo, ideado por Juan Maza, que tendría varios dueños y viviría sucesivas reformas, hasta convertirse en un lujoso y elegante palacio que a finales de siglo XIX llegó a ser embajada de Italia. De hecho, el ser territorio italiano le permitió escapar a la censura de la dictadura franquista y poder programar eventos difíciles de ver en la época. Per volvamos a finales del XIX: ahí fue cuando los decoradores italianos Grandi y Passeti tomaron las riendas del espacio, y le imprimieron su sello, con las pinturas al fresco que aún conserva su fachada, debajo del alerón de madera. La escalera imperial quedó intacta, aunque el resto del edificio, como es lógico, se modernizó. Hoy por hoy, entre el glamour del italiano y el interés de sus actividades, aquí respiramos vida y belleza por los cuatro costados.