Nuestro favorito. Gozo máximo. Aquí se viene a comer setas y a dejarse llevar por las sugerencias de Eduardo Antón, que con la necesaria colaboración de Pablo (sus manos en los fogones), ha reabierto este local que más que un restaurante (acogedor, de líneas sencillas y cocina a la vista) parece la Academia de Platón por todo lo que alguien interesado aprende allí, por lo que se educa el paladar. Él se sienta en tu mesa, saca un papelito con una lista de media docena larga de platos y te sugiere un camino.
Muchos (La Tasquita de Enfrente o Muñagorri, por citar dos valores seguros) son los restaurantes que durante estas semanas ofrecen platos de setas o incorporan a sus guisos y creaciones tan preciado producto. Pero pocos son los que han hecho de setas y hongos una de las especialidades de su carta y menos los que han convertido su casa en un templo de peregrinación cada otoño. Se cuentan con los dedos de la mano.
Así que no vamos a descubrir nada que los devotos no sepan. Ni siquiera la dificultad de hacerse con una mesa en algunos de estos lugares. Pero si no has estrenado la temporada setera, aún estás a tiempo de darte un homenaje; las setas se pagan (los 30 euros no te los quita nadie) pero se pagan con gusto en estas direcciones. Y si aún eres un neófito en este vasto, apetitoso y fugaz universo, a continuación te ofrecemos algunas de las mejores puertas de entrada sin tener que salir al monte (eso es otra atractiva historia). Locales con excelentes proveedores y/o con propietarios que saben dónde encontrar la materia prima que reverencian.
RECOMENDADO: Especial carnívoros