Pedro G. Romero. Máquinas de trovar

¿Es un pájaro? ¿Es un avión? No. Es Pedro G. Romero (Aracena, 1964), comisario, escultor, pintor, experto en flamenco, performer, autor teatral, guionista, crítico de arte, editor y ensayista, entre otras competencias.
Cuando la España oficial (concepto) quiere dárselas de intelectual contestataria, envía a Pedro a dar la cara. Este abril lo ha enviado a Atenas, a la Documenta 14 -cocelebrada con Kassel- a cantar las excelencias de 'La farsa Moneo'. Y mientras tanto, como dicen los cómics, Pedro G. Romero presenta sus 'Máquinas de trobar' en la galería Ángeles.
¿Qué hago? ¿Os describo las cuatro piezas que se reúnen bajo el epígrafe de la maquineta? Brevemente: pinturas y fotografías retocadas pertenecientes a la serie 'La sección áurea' (1990); 'Las piedras' (2017), una edición de Tinta Invisible donde el autor se ríe de uno de los padres del conceptual, Joseph Kosuth, sus sillas y definiciones de diccionario; el collage sonoro 'Cuatro paredes' (1999), y la videoinstalación 'Las espadas', un work in progress que arrancó en 2016.
Intentar explicaros de qué van estas obras sería como explicaros de manera racional el argumento de la última temporada de Twin Peaks. Inútil. La cosa siempre va de la persistencia de la imagen y sus significantes, de la autoría y su reverso. Una serie de personas juegan con el concepto de las 'espata dantza' vascas (o danzas de sables en el resto del mundo). El uno medita, el otro emplea un palo de 'selfie', hay quien imita Scaramouche, y otro... No sé. No me los acabé. Tampoco hace falta que os lo explique todo. Ya me entendéis.