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La tercera entrega de la serie 'Iron Man' supera todas las posibles expectativas y, al mismo tiempo, disipa los miedos que se pudieran tener por la implicación de Shane Black en su creación. 'Iron Man 3' es una gran película de superhéroes en la que Tony Stark empieza a estar visiblemente trastornado por sus experiencias, tanto físicas como emocionales dentro y fuera de la armadura, que lo convierten en alguien vulnerable de una manera más compleja y más satisfactoria que antes. Y está el espectáculo, que nunca anula las partes más sombrías de la historia. Llena de abrumadoras 'set pieces' épico-dramáticas, donde narración y efectos especiales se funden en absoluto equilibrio, 'Iron Man 3' se convierte en una película sorprendentemente sólida, adulta. Y no olvidemos a Ben Kingsley como el malvado Mandarin, una especie de Bin Laden 'avant la lettre' que, sin duda, es un hallazgo. El mejor malo de todas las franquicias cinematográficas Marvel.