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Situado en un hotel lleno de neones, a orillas del lago Tahoe, en 1969, este noir sangriento, original pero un poco frustrante en algunos puntos, está lleno de misterios que no quedan resueltos. Por ejemplo, ¿cuál es la razón por la que sus personajes coinciden en este lugar tan siniestro una misma noche de lluvia? ¿Por qué hay micrófonos en todas las habitaciones? La ficción pulp es así. En el elenco encontramos a un vendedor ambulante (Jon Hamm), a un cura (Jeff Bridges), a una mujer enigmática (Dakota Johnson) y a una corista negra (Cynthia Erivo, en un debut digno de ser recordado). Bueno, eso es lo que son, por lo menos a primera vista. En la atmósfera hay un clima de paranoia general, subrayado por los discursos del presidente Nixon que se van escuchando en el trasfondo.
La puesta en escena es hiperestimulante, gracias a un decorado goloso y colorido, y a los esfuerzos del director, Drew Goddard: con su ópera prima 'Cabbin in the woods' elevó el metaterror a cuotas adictivas, y aquí también sabe cómo seducirnos con un ritmo frenético. Ahora bien, es cierto que, como guionista, se ve atrapado en sus propias metáforas. No sabemos si los personajes y sus falsas identidades, perdidos en este hotel lleno de trampas, quieren ser la alegoría de algo mayor. Ni siquiera el acto final, donde se nos promete un baño de sangre, acaba de resolver este tipo de cuestiones.