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Mis escenas de lucha

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  • Crítica de Time Out
Mis escenas de lucha
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Time Out dice

5 de 5 estrellas

Una siempre se imagina qué debe de decir el director a sus actores para que estos se sientan cómodos, para que puedan hacer del rodaje un lugar seguro. A veces, el nivel de exposición de los intérpretes resulta tremendamente alto. Es el caso de 'Mis escenas de lucha', última película del francés Jacques Doillon. Se construye a partir de pocos elementos. De hecho, se podría decir que sólo necesita tres cosas: un hombre, una mujer y una casa en el bosque. Así se resume la historia. Ella vuelve al pueblo de la infancia después de la muerte del padre. Él vive allí. Se conocen desde hace años y se reencuentran y se desean. Deben canalizar el anhelo de algún modo y lo hacen con una serie de peleas.

Pocas películas han capturado el cuerpo de una manera tan física, explícita y estética. Doillon ha hecho una obra única, desnuda en todos los sentidos, por los escasos elementos que necesita y por la sensualidad primitiva que elabora. Los cuerpos de Sara Forestier y James Thierrée son el motor de la película. La cámara se engancha y participa en su fascinante intimidad.

La violencia acaba mezclándose con el sexo. En cualquier caso, se trata de pulsiones, que combinan con un fondo teórico. Los personajes discuten las bases de sus sesiones. 'Mis escenas de lucha' se estructura así sobre dos pilares aparentemente distantes: el cuerpo y la palabra.

El film de Doillon llega a nuestras pantallas dos años después de su estreno. Se podría decir aquello de más vale tarde que nunca. 'Mis escenas de lucha' es una película imprescindible, que emociona por la capacidad del cineasta y los actores de encontrar la intimidad necesaria para imprimir en la pantalla los límites del cuerpo.

Escrito por Violeta Kovacsics
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