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En los márgenes de Disney World, se instala 'The Florida project'. También, en los márgenes de un sistema, el del capitalismo norteamericano, perfectamente simbolizado por una marca como la de Disney. El motel lila en el que viven las protagonistas de la película lleva el nombre de Magic Castle, pero la única magia que esconde es que se ha convertido en refugio de aquellos que no pueden pagar un apartamento.
En 'The Florida project', el paisaje, de plástico, asfalto y cartón, parece sacado de una fantasía, pero, en realidad, estamos ante un cuento sin hadas. Moonee, una niña que es hiperactiva, vive en Magic Castle con su madre, que con poco más de veinte años intenta sobrevivir sin un duro en el bolsillo. Este es el drama que el director, Sean Baker, retrata. Un drama, sin embargo, que no se construye desde el duelo, sino a partir de colores y de la energía y gestualidad de las actrices. De hecho, Willem Dafoe es la única cara conocida de una película que busca la espontaneidad.
El resultado es un retrato humanista de la América marginal, de las personas que el sistema aparta constantemente, para finalmente hacerlas entrar en su rueda: no tienen dinero, pero se ven igualmente empujadas al consumo. 'The Florida project' se tiñe de colores llamativos para elaborar un cierto realismo. Mientras tanto, la magia queda fuera de campo, allí donde está el castillo de Cenicienta de Disney: uno de los símbolos de la magia del cine, que aquí se convierte en ejemplo de una terrible brecha social.