Como el zorro, la carta de este bar-restaurante de aires neoyorquinos y clientela encorbatada es omnívora. Ofrece tapas clásicas, ensaladilla, albóndigas con sepia, calamares a la andaluza, y también platillos con toques contemporáneos, bacalao con verduras en tempura, huevos eco trufados y tartar de salmón con guacamole.
El zorro es un animal celoso con su comida y no la comparte. Nosotros tampoco compartiríamos las croquetas de jamón ibérico de El Zorrito. Su relleno es extragustoso y el crujiente del arrebozado de panko, extraordinario. Como la salsa de las patatas bravas, un contraste travieso entre la picante de curry rojo y un alioli delicado. La reducción de Pedro Ximenez que acompaña las alcachofas con foie es miel.
Para comer, también se ofrece un menú de mediodía muy correcto para 13,80 euros. La excelente carta de vinos y gintonics hace que sea una buena opción 'afterwork'. El mayor acierto de este local se encuentra en su ubicación. Está situado justo detrás Francesc Macià, epicentro de oficinas y hoteles donde la oferta gastronómica se reduce a dos extremos: cadenas de restauración y restaurantes caros. Se agradece que haya un establecimiento así, donde se sirve buena comida y bebida a precios no desorbitados.