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El club

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  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
El club
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Time Out dice

4 de 5 estrellas

Después de retratar el golpe de Estado de Pinochet desde una perspectiva inusual en 'Post mortem', después de filmar la violencia durante los años de dictadura en 'Tony Manero' y después de dar su punto de vista sobre la transición de Chile hacia la democracia en 'No', Pablo Larraín abandona la vertiente historicista y persiste en el discurso político. 'El club' se instala en una casa, en un pueblo perdido, entre un grupo de curas, apartados de la Iglesia debido a diferentes escándalos que el estamento pretende ocultar.

Un hombre se planta en el jardín de la residencia de los curas y comienza a llamarlos, recordando un pasado de abusos y destapando lo que hasta entonces estaba enterrado. Un hecho trágico hará que se desencadene la violencia, y la llegada de un nuevo personaje, dispuesto a investigar qué ha pasado, hará que el orden empiece a resquebrajarse.

Amante de construir su discurso político a través de la propuesta estética, Larraín ha realizado un film contundente en su crítica y profundamente opresivo. El tema de 'El club' puede parecer digno de un film social. En cambio, la atmósfera es propia del cine de terror. El lugar donde viven los curas se convierte en un espacio casi irreal y cargado de una agresividad latente. La fotografía se instala en una especie de noche eterna y crea un ambiente enrarecido. Larraín combina la intriga con entrevistas con los diferentes personajes, que se confiesan o que esconden la verdad. En el fondo, los curas de 'El club' no están tan lejos de los retratos políticos que suele hacer el director chileno. El tema es siempre el de la inmunidad y el de la supuesta inocencia: los curas no saben qué hacen allí y la Iglesia los protege para protegerse a sí misma.

Escrito por
Violeta Kovacsics
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