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Para bien o para mal, Valeria Bruni-Tedeschi es de casa bien. Ella, en vez de esconder el apellido de una de las familias más poderosas de Italia, lo ha convertido en combustible de una serie de películas que son pura catarsis autobiográfica. Las páginas más recientes de este diario las encontramos en 'La casa de verano', donde la actriz y directora convierte en ficción los preparativos de su obra anterior, 'Un castillo en Italia', que coinciden con una ruptura sentimental y la reunión con su histriónica familia a la residencia de verano en la costa francesa. La sobredosis de problemas del primer mundo podría resultar antipática, pero la cineasta tiene un ojo innegable para sacar adelante escenas imposibles, como la de la sobremesa que deriva en discusión sobre el aborto y los abusos sexuales, todo fluctuando de manera imprevisible entre la risa y las lágrimas en manos de una troupe actoral superlativa.