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Dedicado a Ettore Scola, este segundo largo de Pif (seudónimo de Pierfrancesco Diliberto) quiere ser una comedia histórica, alrededor de la liberación de Italia en la Segunda Guerra Mundial, y apenas acaba erigiéndose en pequeño homenaje a la comedia clásica italiana. No faltan ni Lucky Luciano, ni escenas bélicas de carácter humorístico, ni viñetas de inspiración más o menos neorrealista, ni una historia de amor que vertebra el relato, pero lo que acaba ganando es una explotación entre cómica y sentimental de un determinado tipismo siciliano, con secundarios que parece que tengan que hacer gracia por obligación y situaciones siempre forzadas y artificiales. Una única conclusión: Pif es mejor como actor que como director, lo cual no quiere decir mucho.