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En los últimos años ha aparecido un nuevo género en el cine: la comedia gastronómica. La comida, los cocineros, los restaurantes, se han convertido en protagonistas de una serie de películas románticas. Como esta, donde todo funciona como si fuera una buena comida: hay un aperitivo (Oliver antes de conocer a Bibiana, la mujer de su vida); un primer plato que tarda en llegar (es fácil enamorarse de Leonor Watling, pero no tan fácil encontrarla); un segundo plato equilibrado entre amor, humor y dolor; un postre de sabor agridulce. Una deliciosa comida.