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El director australiano Justin Kurzel ya dejó claro su interés por las atmósferas superpobladas y los diálogos densos en 'Macbeth'. Ahora aborda la traslación del famoso videojuego 'Assassin' s creed' como si también se tratara de una adaptación de Shakespeare. Su visión del entretenimiento, como no podía ser de otra manera, es rebuscada y pomposa, como si se esforzara al máximo a hacer difícil lo que en realidad es sencillo.
La historia como tal no puede ser más rocambolesca: un hombre es secuestrado por una organización que lo conectará a una máquina para que a través de su recuerdo genético reviva las aventuras de un antepasado durante la etapa de la Inquisición española. En sus manos está la preservación de un secreto ancestral, que tiene que ver con la voluntad humana.
El director utiliza el tono ocultista de las sociedades secretas para aportar dosis de siniestra opacidad, a través de las cuales intenta que la propuesta tenga marca de autoría. Sin embargo, se muestra inseguro a la hora de filmar las escenas de acción. Utiliza la perspectiva inmersiva propia de los videojuegos para crear una textura absorbente, pero los movimientos de los personajes acaban siendo demasiado confusos y la coreografía visual poco limpia.
'Assassin' s creed' intenta conjugar la acción con la reflexión discursiva, disfrazando de profundo lo que es bien trivial. Y el resultado es una película desmesurada, que vive del exceso y que es mucho más ambiciosa de lo que en realidad requería.